En la foto de la primera directiva de La Cruz se advierte el rostro serio de los que fundaron este club. ¿Se habrán imaginado que ese sueño lleva ya 94 años? ¿Habrán siquiera pensado que ese proyecto es una realidad que camina con paso sereno y firme a los cien años?

Pero hay otras preguntas. ¿Cómo es posible que un club de barrio como La Cruz, cumpla los años que tiene a pesar de tener casi todo en contra? Luego del golpe de Estado de 1973 se nos quitó la cancha y se nos demolió la sede social. Y aún así, hemos logrado «cargar» esa cruz. Manuel Silva, René Saavedra y Edgardo Barría, ha sido el tridente que han hecho posible este milagro. A Barría que ya no está con nosotros, se le recuerda como el presidente de los tiempos difíciles. Y eso que los crucianos no nos caracterizamos por navegar en aguas favorables. Pero aun así, agradecidos estamos de la Zofri, del 2% de Deporte, de la Municipalidad. Y con ese amigo croata que no le gusta que lo nombren. Y sobre todo del barrio que nos acogió cuando llegamos allá por los años 50 a la plaza Arica. De los socios y socias que sigue creyendo en este sueño de colores amarillo con negro. De las familias de hoy que confían en nuestros entrenadores para ser formados en esta disciplina que Santiago White enseñó y que el Burro Herrera lució en la Castro Ramos. No es fácil reseñar a los mejores. Mi memoria me lleva a Andrés Mery Ponce el símbolo de La Cruz y a la leyenda, el «viejo» Daniel Polanco Carrasco. Ambos no saben lo que es desfallecer. Y a los que vienen pisando fuerte, gracias al trabajo de Alex Bravo y de Bruno González. Anette Bridshaw, pre-seleccionada chilena, indica que vamos por el buen camino.

La Cruz es un club inclusivo que sabe adecuarse a los nuevos tiempos. Puertas abiertas a los migrantes y a todos aquellos que quieran sentirse como en su casa. Somos una institución que amarra como ninguna.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 10 de septiembre de 2017, página 15