Se ha insistido mucho en los cambios que han ocurrido en la matriz política del país. Los análisis han enfatizado la idea del poco impacto que han tenido los partidos políticos en las campañas electorales, recientemente llevadas a cabo. De hecho figuras como Piñera y Bachelet no se anclaron tanto en esas agrupaciones, que hasta los años 60, eran impensables no contar con ellas.
Esto tiene que ver con el tipo de sociedad en que vivimos. Una sociedad que en términos generales, enfatiza la imagen por sobre la palabra. Los liderazgos de los años 60 era ilustrados, dueños de la palabra y se levantaban en torno a un señor serio, circunspecto, lejano y carente de sentido del humor. Era además, un liderazgo masculino. La palabra escrita o a lo más, la palabra emitida por la televisión era la encargada de persuadir a los electores. Pero, lo que sustentaba a los candidatos eran los partidos políticos y un modo discursivo.
Siguiendo el razonamiento del sociólogo polaco Z. Bauman esa sociedad de los años 60, pertenecía a lo que él denomina, modernidad sólida. Una modernidad anclada en el Estado, las clases sociales, con fronteras claras. El ciudadano sentía que su vida estaba fijada además a un barrio y a un trabajo estable, para toda la vida. Era imposible, pensar en cambiarse de barrio y menos de trabajo. Eso, estaba constreñido para los militares o para los diplomáticos. El resto de la sociedad estaba anclada al oficio y al rol, a la casa y a un proyecto. La sociedad era una sociedad de la producción.
Hoy, las coordenadas sobre la que se articula la sociedad son otras. Habla Bauman de que vivimos en una modernidad líquida, en la que las fronteras se disuelven. Aparece ahora un comportamiento que algunos llaman neo-nomadismo, por cuanto los sujetos, migran de un trabajo a otro, migran de una ciudad a otra, o de un barrio a otro. El trabajo ya no fija como antes. Y pasa algo parecido con la política. Los antiguos referentes como ser de izquierda o de derecha ya no estructuran la vida como antes si lo hacían. Lo que no quiere decir, que no hayan pobres ni ricos. Al contrario, hay más pobres y menos ricos. La sociedad es una sociedad del consumo.
Los liderazgos que surgen, podríamos llamarlos también, líquidos. Joaquín Lavín representan muy bien esta actitud. Su capital radicaba en su capacidad para empatizar con la gente, con ofertar una imagen cercana, casi familiar. Su contraparte la ofreció Lagos, quizás el último mandatario, a la antigua, que va ofreciendo nuestra sociedad. La actual presidente se inspira en un nuevo modelo, más parecido al de Lavín. Son liderazgos que surgen en una sociedad que enfatiza el contacto, la sonrisa, la simpatía, la espontaneidad. Los liderazgos sólidos parecen estar en retirada. A veces una sonrisa vale por mil palabras. volver a Indice de temas: BAZAR