Mario Benedetti murió contento y en paz. Su obra literaria, extensa y variada, y no por ello menos profunda, sigue siendo consumida por los jóvenes. Estos han encontrado en esa narrativa una voz fresca y auspiciosa. Una voz rebelde y comprometida con una sociedad que trate mejor a sus hombres, mujeres y niños.

En la década de los 80, la oposición iquiqueña al régimen militar, encontró en las palabras de este poeta uruguayo (1920-2009) los mejores versos para animar esos días grises.  Sus poemas no tardaron en musicalizarse. Nacha Guevara en la voz,  y Alberto Favero en el piano, contribuyeron aún más a universalizar la obra de este charrúa en el exilio. En Chile, Toño Suzarte emprendió con bastante éxito, una empresa similar. El año 1985, Joan Manuel Serrat, edita “El sur también  existe”. La dupla entre el montevideano y el catalán encuentra en este disco, intimo y público a la vez, una buena razón para seguir pensando en que un buen poema puede ser también una buena canción. En una casa de la calle Sotomayor, donde ahora hay una imprenta, Osvaldo Torres, le pone música al poema “Por que cantamos”. Usted pregunta por que cantamos. Y el poeta responde: “cantamos por el niño y porque todo/ y porque algún futuro y porque el pueblo/ cantamos porque los sobrevivientes/ y nuestros muertos quieren que cantemos”. Daniel Viglietti fue tal vez quien más trabajó con el hincha de Nacional de Montevideo. Leían y cantaban juntos.

Sus novelas “La Tregua”, “Gracias por el fuego” y “El cumpleaños de Juan Angel”, constituyen, entre otras, un buen motivo para poner a Montevideo en el centro de la acción. Ya no es la ruralidad como Macondo, el hábitat de la esperanza y de la tragedia, ahora es la ciudad y la clase media la que adquiere, por boca y pluma de Benedetti voz y ciudadanía.

Pero el registro es más amplio todavía. Benedetti le da estatura literaria en América latina al fútbol. Y no podía ser menos. Nacido en Uruguay, bebió junto a su padre la mejor época de ese deporte. Dos veces campeones olímpicos y otras dos veces del mundo, sumando a ello la belle epoque de equipos como Nacional y Peñarol, le permitió hablar con propiedad del deporte inventado por los ingleses. Y lo hizo en un ambiente en que ser intelectual y gustar del fútbol, estaba prácticamente prohibido.

La obra de Benedetti, sin embargo, popular y potente, puede ser reducida, y ese es su mayor peligro, a un par de piezas que se pueden ubicar en una poética militante. Puede suceder que el poema “Te quiero” se convierta en lo más conocido, pero me temo que no es lo más representativo.

Esta semana que viene la Universidad Arturo Prat transmitirá, el documental que Hernán Pereira y Pamela Daza hicieron sobre este autor. Viajaron a Montevideo y tuvieron la ocasión de dialogar con el autor. Un buen registro sobre un hombre que ya no está, pero que su obra persistirá mientras sigamos masticando algunas de sus frases: “Hay quienes imaginan el olvido como un depósito desierto/ una cosecha de la nada/ y sin embargo, el olvido está lleno de memoria”.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 24 de mayo de 2009