Contaré una infidencia. Me informaron que agentes rusos habían visitado Iquique. Y lo hicieron en la más absoluta clandestinidad. “Fue una visita de bajo perfil” me dijo el funcionario, mientras fumaba nervioso al interior de un conocido café de la ciudad. Recorrieron toda la ciudad. Se informaron de todo lo que acontecía. Leyeron con mucho cuidado la prensa local. El día martes vieron el canal municipal. Incluso fueron al Tierra de Campeones y disfrutaron de la garra iquiqueña. Uno de ellos, el ruso alto, no trepidó en comparar a los dragones con su Dínamo de Moscú, en eso de la garra. Alguien, al parecer el encargado de deporte de la Ilustre, le sopló al oído que en esta ciudad hubo un club que se llamó “Dínamo” pero era de la Norte Hospital. El viejo Cerda, el auxiliar del viejo liceo fue su ideólogo y presidente, entrenador y motivador. No entendió el ruso, que después del 11, al viejo Cerda no le creyeron que el nombre del equipo se debió al ruido que un viejo dinamo emitía al roce con la llanta de la bicicleta. La sumatoria de otros problemas incluido el nombre lo precipitaron al olvido.
¿Pero a qué vinieron los rusos? Misterio fue la palabra que pronunció mi contertulio. Algunas hipótesis habrá que barajar, dije acórdandome que soy sociólogo. A lo que agregó mi válido interlocutor. Al parecer andaban investigando qué significan las siglas CAC. Pero, también andaban preocupado por los trasatlánticos norteamericanos llegado al molo de abrigo. Empero, como la guerra fría terminó, no había razones para preocuparse de tan grande embarcación. Uno de los rusos quedó helado al saber que uno de los turistas había sido cogoteado. “Mala señal para el turismo” exclamó la mesera cuando trajo el café cortado. Otra posibilidad, quizá la más creíble -en eso se me acerca y casi murmurando exclama: “Andaban buscando un lugar para el aterrizaje de la Mir”. Quedé entre pasmado, en una pieza, asombrado y hasta patidifuso. Pero y en qué lugar y porqué. Calma, calma. Vamos por partes.
El porqué es muy sencillo. Hubiese sido la inauguración perfecta de la CAC, o bien el lanzamiento oficial del Partido de las Regiones, o bien sellar definitivamente el adiós de la Casa del Deportista. Todo un acontecimiento. Incluso se pensó en la que histórica nave aterrizara en el hoyo municipal.
– Querrás decir en las esquinas de Tarapacá con Vivar, si es que no hay otro hoyo más grande.
– Existe otro más grande, pero es de otro tipo-, me confidenció, mientras sorbeteaba el café cortado. Otro lugar que también se barajó fue el de la estación de ferrocarriles, monumento histórico, letrina y garaje según los negativos de Iquique que todo encuentran mal. Ambas alternativas se descartaron. El Cerro Dragón también se barajó, pero como está cubierto por casas, se eliminó. Se pensó también en la playa Cavancha, pero la ausencia de balsas, ya reclamadas por Olguín y Guerrero lo impidieron. Las razones siguen siendo un misterio.
Como se sabe la nave espacial Mir amarizó más cerca de Nueva Zelandia que de Chile. Que hubiese aterrizado en la “Tierra de Campeones” hubiese sido un éxito de marketing para la ciudad sólo igualable al combate naval. Mi contertulio, no pierde las esperanzas. Piensa que otra nave pueda aterrizar en la ciudad. Y agrega mientras se soba las manos esbozando un sonrisa con dentadura incompleta, que la nueva plaza Prat puede ser el lugar ideal. “Será una mole de cemento, ideal para esos actos”. Los rusos quedaron de volver.