La FIFA tiene poder incluso sobre los cuerpos de los futbolistas. Cada día la represión sobre los cuerpos crece. Celebrar un gol y sacarse la camiseta está prohibido. La euforia hay que controlarla. Es como si después de primer beso largamente soñado, con la mujer soñada,  se nos prohibiera el suspiro que le acompaña. Pasarela, campeón del mundo, y ahora entrenador del seleccionado argentino, puso como condición que los jugadores de esa selección se cortaran el pelo. Todo esto huele a fascismo y a autoritarismo. Y los jugadores, salvo raras excepciones, parecen estar de acuerdo de ello. L prensa en todas sus manifestaciones acompaña el ritual de la domesticación de los cuerpos. La raza aria como modelo parece estar detrás de todas estas consideraciones.