EQUIPO JUVENIL

 

 

El 9 de septiembre de 1923 un grupo de hombres y mujeres, en el sector del Cerro La Cruz, en el Colorado,  fundó el club deportivo La Cruz. Dieron forma a una viejo sueño que amasaron de tarde en tarde en ese Iquique que vivía del salitre. Entonces Iquique era un puerto de barrio. El Colorado uno de los principales.

Inspirados tal vez en el color que produce la puesta de sol con aquel del carbón que alimentaban a los trenes, combinaron el amarillo con el negro y diseñaron la divisa que hasta el día de hoy constituye parte de nuestra identidad.

A la hora de los hombres justos, el nombre y la figura de don Santiago White surge como un emblema necesario a la luz del recuerdo y de la inspiración del futuro.

La Cruz  tuvo que sufrir, por allá por los años 40 su propio éxodo. En sacos y cajas,  los cientos de copas y banderines tuvieron que ser cargados en las espaldas de aquellos que como el viejo Manuel Silva, vieron en la Plaza Arica su destino casi natural. Expulsados de El Colorado,  la Plaza Gibraltar nos abrió sus follajes.

Por más de 40 años la Plaza Arica se nutrió del espíritu cruciano. A la vez que La Cruz vio en la Plaza Arica una especie de tierra prometida.  Tuvimos una cancha que siempre creíamos nuestra. La sede social se convirtió en una idea que había que hacer realidad.  Era una sede hecha bajo el signo de la autoconstrucción y del trabajo voluntario. El espíritu del deporte amateur hizo el resto. Sábados por la tarde, el barrio de La Plaza Arica, suspendía la siesta para dar paso a la realización de la utopía: tener una sede propia y digna. Sobre los camarines se levantó un espacio donde se discutieron sueños, se jugó ping-pong y se arreglaban las estrategias del básquetbol para así poder vencer a los adversarios de siempre.

El año 80 los camiones de la Municipalidad la echaron abajo con la promesa de construir una nueva y mejor. Aún esperamos. El Municipio de hoy tiene con nosotros una deuda que hay que pagar: devolver la sede social.

Una larga lista de hombres y mujeres habitan la memoria color amarillo y negro. Un catálogo de nombres acaso interminable. Mario Olivares, Marcelino Herrera, Mario y Enrique Aranda,  Guillermo Michea, Freddy Rivera, Oscar Ahumada, y todos esos rostros que compartieron la ilusión del ser cruciano.

En estos 77 años nos sorprende más jóvenes que nunca. Quizás eso si con una eterna deuda que algún día pagaremos al viejo Manuel, quizás la reencarnación de Santiago White, quizás el único que se echa sobre la espalda una tradición que le sirve para enfrentar las mezquindades de este mundo. El nuevo presidente Fernando Muñoz tiene un gran desafío: seguir el camino trazado por Spiro Coydán,

Por ahora sólo nos queda cantar a todo pulmón este himno nacido en la esquina de la Plaza Arica con Errázuriz una tarde de otoño:  “Amarillo es nuestro lema/Amarillo es mi corazón/Lo defenderé siempre/Porque buen cruciano soy”.