SALA VETERANOS DEL 79

 

Que un grupo de teatro cumpla 30 de vida, es motivo suficiente para celebrar. Más aún si en esas tres décadas, buena parte del quehacer teatral se hizo bajo condiciones adversas. Iván Vera-Pinto, su director  y fundador,  se ha referido a esos años, tanto en entrevistas como en lo que será su próximo libro,  sobre la historia del Expresión.

El Expresión, nombre nada de neutro, sobre todo si toma en cuenta el año en que fue creado, tiene a su haber buena parte de la historia del teatro iquiqueño. Aquel  que nació en circos que se desplazaban por las oficinas salitreras, y que anarquistas y comunistas usaron como instrumento de educación y de lucha,  encuentra en los hombres y mujeres que dirige Vera-Pinto, un hilo de continuidad. El teatro de don Jaime Torres y del magisterio en general, halló en el joven liceano, hijo de un conocido sastre iquiqueño, una posta.

Si revisáramos la extensa cartelera del Expresión, le tomaríamos el pulso a la sociedad chilena e iquiqueña en particular. Desde el teatro clásico hasta el más moderno, pasando por la comedia, del realismo al costumbrismo,  de la experimentación al naturalismo.  Sea como sea, todos esos estilos pasan por el cedazo de los gustos y obsesiones de su director. Y ya sabemos cuales son los gustos y obsesiones de Iván Vera-Pinto.

El Veterano del 79, la casa del Expresión, ha sabido, al igual que el grupo de teatro que la habita, sobrevivir a la picota inmobiliaria. Y lo ha hecho dignamente. Con más de cien años, este local se ha convertido en el ícono de una ciudad que aún le falta mucho para ser cultural. Una vez, como en una escena surrealista, fuimos capital cultural del mundo, una especie de chiste cruel que quedará en la memoria colectiva local.

El Veterano y el Expresión constituyen una relación prodigiosa que nunca quisiéramos que acabara. Es cierto, la ciudad no trata bien a sus artistas y menos aún a los consagrados, a los que han dado muestra de persistencia y de calidad. ¿Pero de qué nos asombramos? Estamos en Iquique.  Lo cierto es que don Willy Zegarra, el más querido de los actores del Expresión, y don Jaime Torres, en su casa de Ramírez, luchando contra la mala salud, se pondrán de pie cada vez que el telón caiga sobre el escenario de la esquina de diamante. Ambos estuvieron arriba y abajo del escenario.

Hace falta una política cultural que añadida a la agenda del turismo, por ejemplo, inscriba la actividad teatral en un itinerario permanente y conocido en el año. Si hay algo que carece nuestra ciudad es de cultura, sostenida y planificada en el tiempo y que satisfaga la demanda de todos aquellos que nos cansamos de la TV,  de la “cultura entretenida”  y de la  farándula.

El Expresión es un régimen teatral, que ha logrado mantenerse vigente en estos treinta años. Sus crisis que han sido duras, han sabido templar los ánimos de quienes aún creen en la belleza. Pero no seríamos justos si no anotamos tres hechos fundamentales que explica la persistencia de este colectivo. Una es el apoyo de la Universidad Arturo Prat, la otra, la persistencia de un público que casi incondicionalmente lo sigue temporada a temporada,  y a  la labor de una mujer que siempre ha creído y apoyado la labor de Vera Pinto. Me refiero a Tárcila González. Ella, esté donde esté, siempre ha inscrito su voluntad para apoyar al teatro.

Demás está decirlo, la persistencia de instituciones como el Expresión, es posible gracias al tesón de sus protagonistas.

Publicado en La Estrella de Iquique, 20 de septiembre de 2009