Quien busca encuentra dice el refranero popular. Y hay que darle toda la razón a esa sabiduría. Todo esto en relación a la búsqueda de materiales que hablen de nosotros y que por lo general habita en ese tiempo que llamamos historia.

Los álbumes de fotografías, los discos antiguos, las viejas cintas en carretes, las filmaciones en súper 8 o bien en betamax, entre tantas otras constituyen parte importante de nuestra memoria.

Hace un semana o más, y por intermedio de mi buen amigo Carlos “Sentimientos” Avalos, el campeón de Chile y de Sao Pablo, en la categoría medioliviano, Mario Vidal, me hizo llegar varios cassettes con las transmisiones que Radio Lynch y Radio Nacional hacían, en la década de los 80, de las veladas de box en la Casa del Deportista.

Las voces del “Cacho” Viveros, Néstor Jofré, Rodolfo Valencia, Félix Reales, Tito Butler, entre otras,  animaban esas noches de jornadas memorable. El combate, por ejemplo, entre Mario Vidal y Charles Villarroel, o con el “Oso” Manque, relatados con esa pasión que sólo el box puede provocar. Más aún si el combate es entre púgiles de Arica e Iquique.

Y voces de antologías. Nuestros grandes periodistas como Hernán Cortés o Raúl Duarte Rivera, comentando esas peleas. Duele recordar como la idea del primero de crear un museo del deporte, haya caído en la geografía de la indiferencia.

Cuando hablamos de patrimonio no sólo hay que referirse al teatro Municipal, o las oficinas salitreras.  Existe también el patrimonio que la Unesco define como intangible. Y esas voces, esos relatos constituyen, precisamente eso, patrimonio.

Hay que construir un museo de las voces, un archivo de sonidos nuestros. ¿Quién grabó el pito de la seis que se emitía desde el ferrocarril? ¿Quién registro el pregón de “Rico Rico”? ¿Quien tiene el relato radial del triunfo de Deportes Iquique a Colo Colo en la final de la Polla Gol? ¿Quién tiene grabados los relatos de los desfiles militares que hacía con singular entusiasmo Tito Crespo? ¿Quién guardó los sonidos con los que “El Familia”, con su cacho de toro, interpretaba esas melodías por las tardes calurosos de ese Iquique ardiente? ¿Quién grabó los anuncios de la cartela teatral que propagaba Agüita?

Y la lista es larga. El patrimonio de nuestras voces, de nuestros diccionarios del habla es algo que hay que recuperar. El habla popular sirvió para domesticar el desierto, para nombrar las cosas y vencer, de paso, al olvido. Hablar es vencer al olvido. Esas cintas del púgil Mario Vidal la estoy pasando a CD. Así se conservan y se ponen a disposición de todo aquel que quiera saber algo más de nosotros.