La memoria suele hacer trampas. Nos quedamos con imágenes que no corresponden. Pero… No era así. Era distinto a la figura que construimos. ¿Pero si aquella heladería se llamaba “Stanka”? Sucede en otros ámbitos también. Acontece con demasiada frecuencia sobre todo en las fechas. Con un grupo de futbolistas, viejos cracks iquiqueños, aun no sabemos en que fecha jugó contra Iquique, el equipo pincharrata, Estudiantes de la Plata. Y menos aún, si vinieron antes o después de haber salido campeones del mundo. El resultado parece ser cosa sabida. En el viejo Estadio, se empató. La leyenda cada día crece más.
La semana pasada, en la crónica del domingo, me “enredé” entre dos lindas mujeres. A la Raquel Welch la confundí con la Ursula Andrews. ¿Pero cómo así? Me espetó un amigo admirador de la primera. Me quedé con la imagen de la película «Hace un millón de años» (1966), film dirigido por Don Chaffey. Allí aparecía cubierta con un sugerente bikini prehistórico. Y esa imagen se trasladó a aquella de la saga de Bond, cuando la rubia con apellido de sal de fruta, se baña en esa isla donde habita el Dr. No. En todo caso, no hay por donde perderse. Ambas sex symbol de los 70, nos llenaban de fantasías. Y era que no. Pero me perdí.
La Welch de origen boliviano nos recuerda la sangre de estos lados; la otra, la Andrews se parece al modelo anglosajón que el cine y la TV nos introducen como patrón de belleza. Nacida en Berna, Suiza, el año 1936, fue la primera chica Bond. Ambas, inundaron las pantallas de los cines locales, con esa sensualidad que dejaba a la galería en estado de urgencia. Entonces las rubias en esta ciudad se contaban con los dedos de la mano izquierda. Hoy sigue siendo lo mismo.
Las bellas iquiqueñas, aquellas formalizadas en las canciones de Atilio Carboé o Víctor Acosta, por sólo nombrar a dos músicos de los tantos que ha habido y hay, siguen viviendo en las fiestas de la memoria.
La adolescencia vio correr nuestras sangres bajo esos dos torrentes de belleza apenas vestidas con bikinis. Una belleza, que con el paso del tiempo, se va transformando en otra cosa. Pero, igual queda el recuerdo de esas tardes de cine en ese Iquique, donde bellas mujeres de cuyo nombres todos nos acordamos, se paseaban por la Plaza Prat desafiando a la Raquel como a la Ursula. Nosotros, los de entonces seguimos izando esos recuerdos, siempre y cuando la memoria no nos haga zancadillas.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 13 de abril de 2008