gonzalito

Con su gorro jipi japa se paseaba por la ciudad. Y como si esto fuera poco lo acompañaba su sonrisa. Sus amigos del ferrocarril le decían por cariño, claro está, Gonzalito. Mi padre hablaba de él con sumo respeto.  Y eso es mucho tomando en cuenta que aparte de ser carrocero, era de la Academia. Mi padre calderero también, pero del Olimpo.  Y esa era una rivalidad de consideración (Hay que ser justos, Gonzalito, también corrió por este último club, hoy desaparecido, al igual que por Iquitados).

Lo conocí hace más de veinte años en su hogar de la población El Riel. Esa que los ferroviarios hicieron a puro ñeque.  La historia de esas casas algún día habría que escribirla. Pero hoy, estás letras son para Jorge González Dubó.  Nació el 23 de abril del año 31, en el día de San Jorge. Se hizo atleta de tanto ver y admirar a Raúl Inostroza. Empezó jugando fútbol y luego ping pong por el Juventud.  Don Pampa, escribió en la revista Estadio: “Los iquiqueños debieran comprender la lección que les da este obrero ferroviario que en las tardes se va solo hacia el estadio y en invierno hacia la playa, a hacer cross de mantención desde El Colorado hasta Punta Negra o de Cavancha hasta las Primeras Piedras”. Esta es una nota del año 1956.  El año siguiente obtiene un record en Iquique en los 5.000 metros.

Jorge González era un fondista de calidad internacional.  Su bigote a lo Ronald Colman lo hacían un tipo singular.  Seguramente en las tardes de cines en los fines de semana, se inspiró en ese actor inglés que ganaría el Oscar el año 1947 por su papel en “Doble Vida”. Ese bigotito lo acompañó hasta el día de su muerte.

Gonzalito, brilló  en la mejor época del deporte iquiqueño. Aquella que inspiró  al poeta que nos bautizó como “Tierra de campeones”. Para darse cuenta de ello, baste revisar la revista Estadio para advertir como en portada y contraportada, la figura de Jorge González se adueñaba de esos rectángulos de papel. Y salir en esa revista era el mejor modo, de que la prensa lo reconociera como el mejor. En una de esas fotografías junto a Jaime Correa. Y en esta otra de colección. En el pecho la bandera chilena, el número 122, y la leyenda arriba: Jorge González, campeón sudamericano de 5.000 metros.
La memoria deportiva local es frágil. Tuvimos la suerte de hacerle una entrevista en “Iquiqueños arriba la frente” un programa de televisión de la Universidad Arturo Prat, y allí pudimos sopesar su calidad y sobre todo su sentido del humor. Nos contaba de las maratones que se hacían entre Huara y Pozo Almonte. Y como él, dando ventajas, aún así ganaba.

Hoy leyendo sin prisa la prensa local, me encuentro con que mi amigo Gonzalito nos ha dejado. A lo mucho que le falta a nuestra ciudad, ahora hay que sumarle esta nueva pérdida. El centro, el casco antiguo, ese que cada día muere, alojaba por las mañanas a esta figura siempre jovial que fue Jorge González.  Allí los campeones de Chile, conjugaban la nostalgia y cultivaban la memoria, esa que tanta falta nos hace.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 5 de julio de 2009