Peyuco

Las redes sociales, esas que en Iquique, son de color celeste, anunciaron la muerte de Peyuco (Pedro Campusano Guzmán). Pero, mucha gente ha sido dada por muerta. De allí la duda y luego la certeza. El fútbol, al igual que el boxeo, suele producir símbolos como Peyuco. Hombres que salen de la norma para sintetizar un sentimiento.

Peyuco construyó un personaje que domingo por medio, aunaba a los hinchas que apoyaban a los dragones en su etapa más dura. El partido no podía empezar sin él. No tardaba en entrar. Su periplo empezaba de sur a norte. La hinchada se rendía sus pies, en una especie de comunión el que el baile y los silbidos y luego el grito de dos palabras, cerraba esa liturgia popular. El fútbol, vaya novedad, tiene mucho de religión. Peyuco era el caporal que dialogaba y arengaba con esa masa (de la que soy parte) que dirigía el ritual.

Peyuco fue un hincha de la galería y no de la oficialidad. Gozaba en consecuencia de ese amor incondicional que se vio reflejada en las redes sociales, y de todos aquellos que valoraron su perfomance y su irreductible iquiquiñez.

Peyuco murió al igual que otros con la bandera al tope. Pienso cuando cerraba los ojos, y miraba al cielo con la celeste flameando una vez concluida su danza. Me estoy imaginando la canción que su hermano le ha de escribir. Me estoy imaginando el minuto de silencio que el “Tierra de Campeones” le ha de brindar.

Pelluco, llevaba la celeste cuando esta pesaba más. Cuando eran contados con los dedos de las manos, los que íbamos al estadio. ¿Te acuerdas indio Ilaja? Entonces daba vuelta por el inmenso estadio (que es más inmenso cuando menos gente hay) y nos hacía gritar el nombre de este querido puerto que cada vez se parece menos a los recuerdos… ¡Dale Peyuco!

Publicado en La Estrella de Iquique, el 6 de enero de 2013, página 21