No me cabe la menor duda que la canción “El Corralero” está metida en el imaginario folklórico nacional, tal como otras clásicas canciones: “Yo vendo unos ojos negros” o “Arriba en la Cordillera”, sin dejar de lado, por cierto, a “Gracias a la Vida”. Ni que decir de “La Cantata a la escuela Santa María”.   Hace unas semanas atrás su autor y compositor de “Hay que ayudarlo a que muera…”, recibió de parte del Presidente de la República, el Premio a la Música Nacional,  que reconoce su labor y aporte. Se trata de Sergio Sauvalle Vergara, nacido el año 1931.
 
Lo que pocos saben es que Sergio Sauvalle pasó parte importante de su vida en Iquique. Y fue tan intensa su vida en esta tierra que no sólo hizo música, sino que también jugó fútbol. Y lo hizo nada menos que por el “Yungay”.  Jugó de delantero y compartió esa línea con Gilberto Valle, apodado “El Gil”, a quien Sauvalle asistía no sólo con buenos pases, sino que con ropa y alimentos.  Este integrante de “Los Huasos Quincheros”, conoció de la garra y de la pasión de los iquiqueños por este deporte. Los  de la calle Errázuriz, los lacri-negros, tienen otro motivo para sentirse más orgullosos. Pero hay más.
 
En el año 1958, “El Tarapacá” informa del éxito de un conjunto musical. Se trata de “Los Cuatro Arrieros”. Estaba integrado por Hernán “Nancho” Ramírez, Italo Cuneo, Eduardo Correa y Sergio Sauvalle. Interpretaban temas de “Los Cuatro Huasos”, entre otros. Don Sergio me dicen que actuaron en todos los locales que en ese entonces existían en Iquique. Y no eran pocos, agrega. El Nan Kim, era uno de ellos. Se trataba de una ciudad con una gran y activa bohemia. Y por cierto,  con una cantidad importante de grupos musicales. Años atrás, la escena local se conmovía con la actuación de la cubana Ivis de Castro.
 
Sergio Sauvalle, además con su hermano Alfredo, estudió en el Liceo de Hombres. Dice guardar los mejores  recuerdos de sus años iquiqueños y liceanos, que viene a ver casi lo mismo.   Fue funcionario del Servicio de Impuestos Internos, por largos años. Recuerda con mucho afecto su pasado por Iquique. Igual que muchos llegó y se fue llorando.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 29 de enero de 2012, página 25