Ese era el nombre de un programa de música que una radio local, Am por cierto, emitía. Se llamaba Almirante Lynch. “La linche” para nosotros. Su conductor era Jaime Iturrieta Labra (1940-1992. La música porteña era el centro de tal espacio. Don Jaime se paseaba por las diferentes fases y estilos de este ritmo que tanto nos cautiva.
La muerte se lo llevó tal vez a conocer a Gardel, a Manzi, y a tantos a otros, como el nuestro Oscar de la Huerta, y quizás a esperar a “Cacho” Castaña o a Rubén Juárez. Lo cierto es que poseía una colección de discos impresionantes. Lo dejó en su casa, ordenados, como esperando que alguna vez fueran girados en un tocadiscos. Son vinillos. Pero también están aquellos discos 78, frágiles como la música que contienen. Además de los 45 rpm y 33 un tercio. Gladys Rubio, su esposa se encontró con el dilema de que hacer con ese material. Y no halló nada mejor, mediación del Dr. Ramsés Aguirre, de donarlo a la Fundación Crear.
Lo tenemos en nuestro centro de documentación en proceso de catalogación. Son parte de la historia musical y popular de una sociedad que encontró en esos materiales la forma de ponerle música a nuestras biografías. Más de mil discos, que se suman a otras donaciones como la que nos hizo Pablo Daud, Nelson Iván Cejas, entre otros, hace un tiempo ya. La riqueza de estos discos radica no sólo en el sonido que emiten, sino que además en el soporte que lo contiene. Las carátulas, nos informan de los nombres de las canciones, pero también de la gráfica que remite a una sociedad que tal vez no exista ya. Hay una “joyita”, como el Lp editado el año 1974 que recoge la presentación de Bigote Arrocet en Viña con ese guiño hacia la dictadura que hizo de la canción “Libre” de Nino Bravo, su himno, a todas luces inmerecido.
Más allá de la riqueza en si de este material sonoro, se pueden usar como suministro para hacer arte, conocer tendencias y estilos de diseños, sobre todo de esos años marcado por la psicodelia; para conocer otra época y como ya sea ha dicho, otros sonidos. Hoy que el vinilo está de vuelta conviene, sobre todo para las nuevas generaciones, tocar y olor la textura de los años que ya se fueron.
Este material además de otros, sobre todo de fotografías constituyen uno de los capitales más preciados para construir el Archivo Sonoro y de Imágenes del Norte Grande de Chile. En eso estamos, y por lo mismo, agradecemos a Gladys Rubio por su desinteresada colaboración en este proyecto que servirá para que todos lo puedan visitar y utilizar.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 24 de abril de 2011, página A-9