Nunca imaginó Juan Rondón, el presidente de La Cruz, aquel 9 de septiembre de 1923, que la institución que fundara cumpliría 90 años. Ahí está esa foto en que posan dando testimonio de aquel acto. Humildes hombres del cerro La Cruz, elegantes y sobrios,  decidieron que los colores amarillo y negro, los representara. Colores ferroviarios que emocionansobre todo si han sido para muchos de nosotros, como una segunda piel.

Los clubes deportivos, instituciones sin las cuales no se puede entender a Iquique, deben ser visto como un nudo más dentro de una gran red. Parte activa de lo que se llama redes sociales, junto a los bailes religiosos, han sabido articular la tremenda sociabilidad que habita en los barrios.

Tampoco imaginó esa directiva que hoy tenemos sede social, un antiguo sueño cruciano,  hecho realidad.  En el corazón del barrio, compartimos la idea de hacer de nuestro territorio, un ejemplo de integración y de buenas prácticas ciudadanas. Disgregados por el actual espacio urbano, tanto hombres como mujeres, regresan, al menos en forma simbólica, a la Plaza Arica, que nos vio nacer y crecer.

La muerte, de dos viejos queridos, Juan Schenoni y Pablo Santa Cruz, nos ha dolido. Eran nuestros y como tal tenemos una ausencia que nos duele.  La sumamo a las de tantos otros y la registramos en la abultada memoria llenas de triunfos y de derrotas.  En el campeonato largo, ese en que se juega por la permanencia en la historia de Iquique, los crucianos hemos sido efectivos.  Hemos encestando triples desde esas canchas que alguna tuvimos, y que hoy reclamamos tener. Las damas y varones de hoy, cruzan las fronteras de la ciudad para llevar el nombre de este club auténticamente de barrio, que desde 1923, hace doble saltos para ganarle al olvido.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 8 de septiembre de 2013, página 22