Frente al talento no hay más que doblegarse. Decir Fidel Dávila, es sintetizar una de las mejores páginas futboleras que han tenido esta ciudad. ¡Y vaya que ha tenido muchas! Varias veces le he pedido a mis amigos amante de la pelota, que formen el equipo ideal de Iquique de todos los tiempos. Y no se puede. Y por dos razones, es que hay muchos y luego porque la memoria es corta. Muertos Cortéz y Duarte, como que no se puede. Pero en ese equipo estará el «Chino» peleando codo a codo con Rubén Aguilera o con la Chancha Avilés.
Lo vi comerse la cancha, fabricarse penales, dejando la pierna precisa para que el defensa hiciera lo que el manual no aconseja. Años después, cuando las sombras del olvido parecen caer sobre ese elenco de los 80, lo busqué para hacerle una entrevista/documental. Samy Rivas me hizo el pase gol.
Hablamos horas con él. Grabamos y repasamos ese gol a Colo Colo allá en las narices del centralismo, en el estadio Nacional. Mostramos el video en un aula con sus alumnos. El silencio era absoluto. Miraban las imágenes y a su profesor. Ignoraban que ese señor que le hacía clases en Alto Hospicio, había enmudecido al Chile del Cacique y había alegrado a toda una ciudad que empezaba a transformarse por la Zona Franca. Fidel tiene su casa en La Tirana y un lugar ganado en la historia del deporte iquiqueño. Pero más que eso, sus goles, de tarde en tarde, al recordarlo nos devuelven a esa recepción masiva del día lunes en el Casino Español.
Luego por aquí y por allá lo encontraba y me prodigaba la mejor de sus sonrisas. Una mañana en el Cementerio 3, domingo por ser más preciso, lo encontramos con ese short que a los iquiqueños tan bien nos queda. Jaime Castro, le preguntó con cual de las dos piernas le había hecho el gol a los colocolinos. Ese gol debía pasarse cada mañana en los colegios, antes que se cante el himno a Iquique.