De los doce meses del año abril parece ser el más poético. O el más cantado. Para el otro lado del mundo, cuando asoma la primavera el sol entibia, el mes en cuestión se convierte en algarabía. El que no falla nunca Serrat, canta y encanta: “Especialmente en abril/la razón se indisciplina/y como una serpentina se enmaraña por ahí”. Más melancólico el cubano Amaury Pérez, recurre a este mes, como recurso de la memoria amorosa, endeble por definición: “Acuérdate de mí si te sorprende/ el viento que otro abril trajera/acuérdate de mí, si nunca sientes/ un beso que a tu amor convenza”. Antonio Machado, Jorge Guillén y otros insisten en lo mismo. La primavera deja el invierno y anuncia el verano.
Pero para los que vivimos por aquí, abril es el otoño. Y esta estación se pinta de gris y provoca o llama a la tristeza. La “Balada de Otoño” de Serrat no puede ser más triste: “Por una sonrisa doy todo lo que soy”. “Visión de otoño” de nuestros Blues Splendors, reitera en lo mismo: “El otoño, y su tristeza, tiende un manto de melancolía”. Silvio, a quien escuchaba con fanatismo sectario, que viene a ser lo mismo, nos cantó en los años de dictadura: “Mucho más/ Allá de mi ventana/ Mi esperanza jugaba/ A una flor/ A un jardín/ Como esperando abril”.
Abril para los santiaguinos es cuando las flores de suicidan al decir de Neruda. Lluvias mil y para los alzados de siempre cogollos mil. Para los del Norte Grande, este mes es de bombos, cajas y bronces. Se viene, el 21 de mayo y luego La Tirana. Tiempo de sacar la chalequina y de aumentar de frazada en la cama. Sabina, escribe y canta: “Quíen me ha robado el mes de abril / Cómo pudo sucederme a mí”. Quilapayún canta: “Este quince de abril/ César Vallejo ha muerto/ un jueves y en París”. Pero este 1 y 2 de abril con sus espasmos telúricos, la ida de Amancio, de Peter Muffeler, del chico Fortes y del Dr. Pávez nos obligan a reiventar este mes.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 27 de abril de 2014, página 16