Cada año, la misma cantinela, así hubiera dicho mi abuela que, no conocí. Llega septiembre y, empieza la discusión acerca de la ubicación de las ramadas. Que no haya un lugar para este tipo de recinto, revela la carencia de espacios comunes para que la gente se junte y celebre. Una ciudad, sin esas esferas comunes, no merece llamarse como tal. Es el equivalente, a no contar con plazas y parques.

Siendo más drástico, se podría decir que, la ciudad carece de un proyecto arquitectónico que, ordene, regule y, haga posible la existencia de un espacio que sea público. Caminamos a pasos agigantados hacia una ciudad privada.  Suena a exageración, pero todo indica que es así.

Las ramadas, simbolizan pese a todo, nuestra identidad nacional. En nuestro caso, la combinación, a veces, no equilibrada, entre la nación y la región. En otras palabras, entre una idea de nación exportada desde el centro sur, con cuecas y huasos, a una región en la que, lo andino y las recientes migraciones,  crean y recrean lo chileno, bajo sones y olores diferentes. No es la cueca la que manda, pero nadie pone en duda que somos chilenos.  No faltaba más!!!.

La ciudad, para que sea tal, debe reconocerse en los espacios públicos. Ese es el lugar que el Estado, en este caso la municipalidad, debe cautelar, para que sus habitantes vivan el sentido del nosotros. La idea de un todo orgánico, que es la ciudad, debe hacerse patente en la ocupación de lugares comunes. Allí, sea en las ramadas, como en la plaza, los seres humanos ejercemos nuestra sociabilidad, en cuanto nos debemos a lo público.

La historia de Iquique, es la historia de la pérdida de los lugares públicos. Las plazas, pierden su sentido. Las calles, como Baquedano, se transforman en lugares de paso. La idea de la calle peatonal, ha perdido la eficacia que en los años 80 tuvo o, al menos así lo creíamos. El viejo centro, es una feria de ambulantes, con olor a completo. Ese todo orgánico, que alguna vez fue Iquique, hoy es un conjunto de partes, sin articulaciones. El transporte público que, en el pasado operó como puente, ya no cumple esa función. La ciudad, que alguna vez fue democrática, si es que lo fue.  Hoy  no lo es.

 Publicado en La Estrella de Iquique, el 7 de septiembre de 2014, página 17