Hubo un tiempo, ido por cierto, en que la confianza era un intangible que estaba presente en toda la sociedad. Basta un apretón de manos, una mirada a los ojos, y se cerraba el compromiso. El Notario era un señor que se frecuentaba muy poco. El comercio, mayorista o minorista, implementaron un sistema de crédito basado absolutamente en este bien. La libreta del carnicero, del verdulero o de esa tienda que se llamó Limari (¡un crédito para ti!) expresaba cuan arraigada estaba esa costumbre: la del confiar en el otro.

Cierto que no faltaban los pillos, los que inventaron eso de que hecha la ley hecha la trampa. Por lo mismo, los comerciantes apelaron al ingenio y levantaron carteles con la leyenda: “Hoy no se fía, mañana si”. Notable juego con el tiempo. Un ejército de cobradores se desplazaban por la ciudad, en bicicleta, a pie o en moto, para dar con el deudor. Cobradores como deudores desarrollaron increibles estrategias para cumplir con sus objetivos.

La confianza permeó por mucho tiempo nuestra conducta. Pero algo pasó que esta se quebró. De allí que las notarías estén llenas de gente. “El firmó ante mi”, se convirtió en condición para cerrar negocios y compromisos. Los chilenos que inventamos el relato del ingenio y de la astucia, hemos estado en estos meses viendo como las fronteras entre esas actitudes y el delito, no media más que unos cuantos pasos y muchos pesos.

Hubo una tienda en Iquique que se llamó La Confianza. Ubicada en las esquinas de Tarapacá con Obispo Labbé, lució ese nombre por más de un siglo. Cajas con tarjetas ordenada alfabéticamente, una especie de Dicom, daba cuenta de nuestras deudas. Convenios con los profesores, ferroviarios, entre otros, señalaba un dinamismo de una ciudad que encontró en la confianza, un intangible que ayudó a elevar nuestra calidad de vida. La palabra indignados aún no se conocía en su forma de plural. El mar era de todos, la educación era pública y la salud también. El deporte, era un bien colectivo y los clubes deportivos aparatos de integración y de formación valórica. Era bueno ganar pero no a cualquier precio.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 10 de mayo de 2015, página 15