La noticia corrió como corren las malas noticias. La iglesia de Mamiña se quemó. Domingo por la tarde y la ansiedad se instaló en todos los tarapaqueños. Las llamas parecen quemar la tradición. Pero si algo tiene esta iglesia es lo que se llama resiliencia. El terremoto del 2005 quiso barrer con toda una historia. Y el 2007 se levantó, costó, pero ahí estuvo. En sus muros se puede leer, mejor dicho interpretar, la historia de buena parte del mundo andino. Curioso, el sábado por la tarde viendo y oyendo la cantata Pisagua, el apellido Capetillo se pronunció varias veces. Y era que no. Nadie sabe por qué, Mamiña es tierra de músicos.
El mundo andino en toda la extensión de la palabra encuentra en su iglesia el centro de su vida colectiva. El mestizaje entre la religión ancestral y el catolicismo asumió en esa arquitectura su forma más evidente. El catolicismo tarapaqueño, si es que así se le puede llamar y por que no, da muestra de su dinamismo e inventiva. Las piedras de Mamiña expresan la identidad del pueblo al estar presente en los muros de esa iglesia que luego, esperemos, se va a levantar.
Es un desafío para las autoridades y para la comunidad mamiñana, en forma conjunta, volver a levantar esa iglesia. Un pueblo como éste sin ese templo, es como si careciera de brújula. Es la referencia, el lugar, donde habita el patrimonio y la identidad. Los españoles intentaron extirpar idolatrías, destruyendo huacas y saqueando lo más sagrado, pretendiendo arrancar de raíz una visión del mundo y no lo consiguieron. La inventiva andina siempre se las arregló para camuflar y combinar. De allí lo vigoroso de nuestros patrimonios.
Construida el año 1632 y bautizada como San Marcos, esta iglesia ha debido soportar las inclemencias de todo tipo. Esperamos que las autoridades diseñen prontamente un plan para su restauración. Hay que recordar que las urgencias de los mamiñanos no siempre coinciden con los tiempos del Estado. Este último es lento. Entre todos podemos, bajo la mirada de la virgen del Rosario, devolverle de nuevo la mirada a la Niña de mis Ojos.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 15 de enero de 2017, página 15