Llegar a fin de año es un extraordinario pretexto para hacer balances. Dividir el año en bueno y en malo, como si los grises no existieran, es una exageración. Otros, los más despiadados tal vez, le agregan la quema del mono. Levantan por ciertas esquinas, la figura de un sujeto que sintetice lo peor del 2016. Es un viejo recurso, una variante del chivo expiatorio de las sociedades más tradicionales. Nuestra ciudad, usando eso de la protesta simbólica, quemaran a los personajes responsables de nuestros males.
Habrá que echar a correr la imaginación. Tarea nada compleja por cierto. Se quemaran monos que resuman al político corrupto, al cura abusador de menores, a los que se colusionaron en torno a los pañales y antes por el papel higiénico. Al colectivero que no te quiso llevar, al conductor que no respetó el disco pare y menos aun el paso de cebra, a la inmobiliaria que destruye la ciudad del salitre, al que a través de las redes sociales, opina sin estar informado, al hincha que cuestiona al jugador sin antes haberlo visto jugar, al que no devuelve los libros, a la que dice voy, y no viene, a los que venden roncachos por corvinillas, a los que han olvidado a sus muertos, a los que se hacen los lesos con el Plano Regulador, a los que ensucian las calles y las playas, a los que callan y por lo mismo otorgan, a los escriben “delincuente muerto, nunca más delinque”, a los que se creen originales, a los dueños de la verdad, a los que meten bulla, a los que protestan pero no votan, a los que no quieren nada con el Estado, pero cuando ganan un Fondart puchas que son felices (¡bien por ellos!), a los que siempre están ocupados. Y el catálogo puede aumentar. Hay que quemar, eso si, a la desconfianza.
Iquique arderá como las ciudades perdidas. Ritos de expiación nada más. Mañana, la ciudad de la resaca se sumergirá en las playas o bien en la siesta, la primera del año. Un abrazo para todos y todas.
Inédito. El 31 de diciembre no se publican diarios escritos en Chile.
Foto tomada del Facebook del Presidente del Unión Morro