«El Palero» ha ganado el premio al mejor documental en Nepal, en el marco de un festival que tuvo como tema central los derechos humanos. Una obra que cuenta de la búsqueda y del hallazgo de un detenido en Pisagua por parte de su hijo. Un registro íntimo que registra el dolor y la esperanza de la ausencia y del encuentro. Una cámara que sigue al hijo del abogado Cabezas y los recuerdos de éste. Padre e hijo separados.
Paleros se les llamó a quienes en forma silenciosa y casi clandestina cavaron en Pisagua en búsqueda de de los muchos que allí desaparecieron. Un oficio que removió la tierra, pero también la conciencia y memoria de los chilenos. Bajo la mirada del juez Nelson Muñoz y del arqueólogo Olaff Olmos, entre otros, la verdad se impuso lentamente.
Este documental realizado con fondos regionales del FNDR de Cultura, y ejecutado por Mauricio Santander en la producción y Patricio Santander en la dirección nos relata la búsqueda del padre por su hijo. La calle Wilson de Iquique, Pisagua, el desierto y playas, además de imágenes del lugar donde reside el hijo, nos acompañan en este dolor que, en parte se logra exorcisar por el encuentro de las osamentas de su padre. El mar de acá y de allá se unen como testigos de la búsqueda. Por casualidad me tocó excavar, con las manos en esa fosa, ya que los cadáveres empezaban a aparecer, cuando le pregunto al que estaba a mi lado a quién buscaba. Me responde, con cierta tranquilidad: “Uno de estos puede ser mi padre”. Y lo era. Palero, es un documento visual y sonoro que nos hace reflexionar sobre la dignidad de los sujetos. El abogado Julio Cabezas en quien se centra su historia, jamás pensó lo que le iba a suceder. No era de la Unidad Popular. Pero como escribió Niemöller: «Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista…”. «El Palero», es un material que hay que enseñar en el sistema educacional. La memoria es política, el olvido también.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 26 de marzo de 2017, página 15.