El gran y olvidado cronista iquiqueño Osvaldo Guerra, el año 1950 escribía en El Tarapacá, que Pozo Almonte, a diferencia de otros pueblos se distinguía por tener historia y leyenda.

Pozo Almonte ha sabido dejar su impronta de pueblo de paso para cultivar la palabra arraigo e identidad. Tiempos en que este tipo de lugares, al igual que Iquique, vecinos y vecinas, ya sea en bancos de maderas o simplemente sobre unas piedras, se sentaban a conversar el atardecer esperando que el cielo les mostrara la belleza de sus estrellas. Mucho de nostalgia queda en esas calles que fueron alegres en los tiempos del salitre. Mucha gente de paso en búsqueda del milagro de la Reina del Tamarugal, en trenes, carretas, camiones y otros simplemente a pie. El sonido de los bombos, de las cajas y de las matracas de los morenos de Carmen Bajo, les recordaba que a pocos kilómetros, los milagros existían.

Pero también tiene historia y nombre de héroe olvidado. El coronel Robles, militar leal a Balmaceda quien junto al Coronel Soto defendieron la Constitución, luchando contra el general Estanislao del Canto, por parte de los insurgentes que habían encontrado en Iquique, aliados para derrocar al presidente electo. Osvaldo Guerra cuenta que al huir Robles de un hotel en Estación Central, dejó olvidada una fuerte suma de dinero para pagar a sus efectivos. El garzón se apropió de ese dinero y se dice que compró varias oficinas salitreras. Otros afirman que fue enterrado ese tesoro y que su búsqueda se convirtió en obsesión de muchos aventureros.

Pozo Almonte tiene varios rostros. Uno de ellos es el andino, indesmentible. Otro es el minero y el comercial. En su cementerio se puede aún advertir su clara fisonomía multicultural. Por sus silenciosas calles laterales, aun se pueden escuchar las voces de los chinos y de los gringos.

Pozo Almonte más allá de la historia y de la leyenda lucha por marcar su impronta en este generoso mapa de la región. Y lo ha conseguido. Ha sabido muy bien sacudirse de cierta nostalgia y se plantea de acuerdo a ese sueño de los años 80, ser una «comuna del futuro». Hay una apuesta por el deporte. Es la que hace Rubén «Yoma» Guerrero al formar a esos boxeadores que él llama los «guerrilleros del desierto».

Publicado en La Estrella de Iquique, el 17 de febrero de 2018, Suplemento Especial sobre Pozo Almonte.