Nació en el 1916, en Negreiros.

Arquero por casualidad, Mario Zuzulich S,  reinó en los tres palos atajando penales.

–      Desde 1938 a 1942 jugó en el fútbol profesional.

–      Jubilado de la FACH vive ahora sin inquietudes.

–      Pampino neto.  Nació en Negreiros en 1916.

–      En 1928 ingresó a Estrella de Chile en infantiles.

En el pueblo de Negreiros, en donde ahora es muy poco o casi nada de lo que existe, nació un deportista en 1916, el que con el correr del tiempo fue un gran arquero y cuidó los tres palos durante varios años en el fútbol y aficionado y profesional.

Su nombre es Mario Zuzulich Suárez y corren para él los 54 años, 25 de los cuales los pasó sirviendo en la Fuerza Aérea de Chile, para acogerse a una merecida jubilación, el año 1963, aproximadamente.

Pampino Neto

Mario, un deportista muy querido está firme en su tierra.  Los años seguirán pasando –nos ha dicho- y aquí estaré esperando el vamos, cuando Dios así lo disponga.  Desde hacía mucho tiempo que queríamos conversar con él.  Muy sencillo, contento de poder contar su historia, su vida, sus ajetreos, satisfacciones y anécdotas llegó una tarde, hace poco.  Nos dijo: “Soy pampino neto.  Nací en Negreiros, pero mi infancia la pasé en Huara.  Mi padre era yugoslavo y se llamó Guillermo Zuzulich Robledo.  Era un futbolista de nota, de aquellos tiempos en que se usaban los “calamorros valdivia”, color café a los cuales se les sacaba el taco y le ponían puentes.

El me llevaba en sus hombros y recorrían la pampa las delegaciones de deportistas para jugar en Mapocho, en la Oficina Ramírez y en cuanta cancha, donde hubiera un par de goles.

A los 7 años

Los primeros puntapiés los dí a los 7 años, en las calles de la Oficina Brac, junto a otros niños, hoy hombres, que la verdad quisiera tener la suerte de volver a ver.   Los partidos duraban horas y horas.  De esos primeros juegos se sacaron experiencias que el tiempo se encargó de comprobar.

Anclamos en Iquique

En 1924, la familia se vino a Iquique y junto con mis padres viajamos al histórico puerto, que para nosotros, los pampinos era cosa de leyenda.  Nos instalamos en la calle José Miguel Carrera N° 950, frente a la cancha José Miguel Blanco, que llevó el nombre de un gran jugador que tuvo el Norte América.  Pasaron los años y en 1928, justo en los 12 de edad, ingresé al Estrella de Chile, jugando en segunda división, por la Liga Chilenito, entidad que tuvo gran nombre en la ciudad.  Ese año, tuve la primera y gran satisfacción, pues fuimos campeones.

Vino la Crisis

En esos años duros, ya tenía una idea clara de las cosas, se hizo presente la crisis y la pasamos mal.  Volvimos a la pampa, de donde habíamos venido.  Nos radicamos en San Enrique.  Ya estábamos en 1932 y tenía 16 años, lleno de esperanzas y de deseos de ser algo en el deporte.  Me acordaba de Brac y los primeros puntapiés a la redonda en la calle Valparaíso.

La práctica del fútbol no la abandoné.  Hasta ese año mi puesto favorito era de centro delantero.  El básquetbol me atraía asimismo y jugaba en segunda división.

Arquero de Casualidad

La verdad que yo fui arquero de casualidad.  Vino un gran cuadro de Anita, Oficina famosa por sus buenos futbolistas y el arquero Bustos, titular de San Enrique se había quedado en San Antonio, un poco enfiestado.  Pedro Damiani, gran jugador en esa época, me manifestó que como jugaba yo al básquetbol tenía que actuar al arco.  No tenía equipo y con ropa de calle lo hice.  No pudieron marcarme un tanto y finalizamos a cero.  Los halagos y felicitaciones fueron numerosos.  Desde allí no abandoné los tres palos.

Por el básquetbol me trasladé a la oficina Bellavista.  Reunía algunas condiciones.   Ya en San Enrique teníamos un equipo en donde actuaba el “Huiro” Valenzuela, los hermanos Cardemil, Lalo Cordero, que fue estrella más tarde del baloncesto nacional y Luis Villegas.

En ese tiempo, San Enrique debió tomar la responsabilidad de jugar por Iquique en el Campeonato Nacional. El arquero fue Vernal y yo era su segundo.  Desafortunadamente me enfermé una semana antes y no pude concurrir… en mi reemplazo fue Cadima, del Club Yungay.  Lamenté profundamente no participar en ese Nacional, pues en realidad era un alto honor para mí jugar por Iquique y ser reserva de ese gran guardapalos que fue el “negro” Vernal.  Cumplí con mi Servicio Militar en el Carampangue.  Al ser licenciado me trasladé a María Elena, pero ya era jugador de Sportiva Italiana… Para los partidos difíciles, me mandaban buscar.  En 1937 fuimos campeones invictos.

Atajaba los penales

En nuestros recuerdos, gira un hecho especial. Mario Zuzulich, fue el arquero iquiqueño que más penales ha atajado en sus historias deportiva.  Quisimos confirmarlo y consultamos a Zuzulich y respondió: “Efectivamente, no sé si me sabía parar en lo justo, pero muchos penales contuve y a fuertes disparadores al arco.  Jugando Norte América con Sportiva, le atajé dos penales a Ernesto Sirner, que tenía un  shut tan potente que daba miedo cuando se venía hacia el arco.  No tengo un número exacto, pero atajé muchos tiros de 12 pasos.  Era como una intuición natural que me acompañaba…. Quienes disparaban al arco, me lanzaban sus saludos, algunos muy originales que aceptaba con mucho agrado, pues, el deporte lo jugué dentro de un clima de amistad.

Ingresó a la FACH

En 1938 con miras a que jugara por Bádminton, el Capitán Bate, en ese año, me llevó a la FACH.  Antes, como es natural, me despedí de mis compañeros de Sportiva Italiana, los cuales muy gentiles, me ofrecieron una comida.  “Recibí esa noche una placa de oro con una gran inscripción que reflejó un gran sentimiento de afecto hacia mi persona. Esa noche feliz hicimos recuerdos de la jira a Oruro y La Paz”.

Cuatro años profesional

Desde el primer día contratado en la FACH –siguió diciendo Mario- ingresé también al fútbol profesional manteniéndome por cuatro años en un trajín con muchas satisfacciones y tristezas.  Ganaba 300 pesos mensuales y el club nos daba varias regalías.  En ese tiempo, los mejores pagados eran Raúl Toro y Salvador Nocetti, que ganaban 800 pesos.  En la caja de mis recuerdos lo más notable fue el 5 a 1 con que ganamos a Colo Colo en el aniversario del Bádminton en 1941.  tampoco podré olvidar el match entre Colo Colo y River Plate en Argentina, en donde se efectuó el duelo entre Lolo Fernández, peruano, refuerzo del cacique, y Bernardo Ferreyra, argentino, del River.  Esa noche jugamos en el preliminar.

Mientras estuve en las canchas capitalinas siempre a Iquique lo tenía grabado en mi corazón, no lo olvidé jamás.  Menos cuando en 1943, ya alejado del fútbol pagado, por motivos del conflicto mundial, cubrí guarnición en Punta Arenas donde jugué por Sokol, nuevamente recibiendo al regresar otra placa, esta vez de plata, de los excelentes dirigentes y jugadores de la institución yugoslava.

Hacia el norte

En 1946 inicié el regreso al norte. Trasladado a Antofagasta ingresé al Chacarita Juniors.  Jugaba de centrodelantero.  Justo en un encuentro en que Coquimbo Unido y River Plate en Antofagasta a petición del “discutido” Arancibia volví al arco.  Por River jugó Raúl Pérez, el hombre que le marcó un gol al Perú en el Sudamericano.  Esa tarde Pérez no pudo marcarme un tanto, lo que me significó entre los tres palos otro galardón que conservo orgulloso.  A fines de 46 llegué a Iquique como de costumbre a cuidar el pórtico de Sportiva Italiana.  Desde esa fecha hasta el 47 me mantuvo en intensa competencia, siendo llamado a jugar por la selección de Iquique en el Nacional que se hizo aquí.  Un desentendimiento con Carlos Ominami, el entrenador, me hizo abandonar esa selección entrando en mi reemplazo Hugo Salinas, a mi juicio un gran arquero.  Con ellos me alejé del fútbol definitivamente.

Arbitro en Basquetbol

Manteniendo mi afán deportivo ingresé al basquetbol como árbitro.  Fueron 6 años de duro trabajo.  Dirigí grandes partidos y la verdad es que deseo cumplir colaborando con una causa noble como es el deporte.

Jubilado

Estoy jubilado y no tengo inquietudes después de 25 años en la FACH.  Fallecida mi esposa, Olga Ramírez, quedaron mis hijas Ruth, Mary y Marisa Isabel.  Con ellas mi vida se desenvuelve feliz.  Hay dos cosas fundamentales en mi vida: Mis hijas y el deporte.

Tomado de La Estrella de Iquique

Suplemento deportivo, 18 de septiembre de 1970.