Humberto Loayza tiene una hermanito boxeador. Es aficionado de peso liviano, nuevito aún. Cuando el zurdo entrenaba para su último combate, lo ayudó el hermano, algunas tardes. Pero Fernardito advirtió que el cabro no tiraba casi las manos. Esquiaba, amagaba y nunca se le veía lanzar sus golpes con fuerzas. Le llamó la atención:

-¡Vamos! -le dijo-, ¡Dale fuerte! Hazlo trabajar, porque de otro modo será mejor que haga boxeo con la sombra.

Y Loayza chico le respondió:

-¿Cómo se le ocurre? ¿No ve que es mi hermanito?
Si lo calzo bien con la derecha lo puedo poner K.O.
¡Y pensar que Lausse, para liquidar a Humberto tuvo que encajarle tres mazazos tremendos, como para derribar murallas!

De la sección «Migajas» por Pancho Alsina.
Revista Estadio, 21 de noviembre de 1953, página 32