Lindo día este que se llama Domingo. Olía en casa a comida especial. No era un día cualquiera. Aun se aloja en la memoria olfativa las empanadas de locos hecha por mamá. A mi padre esmerado en mantener la casa limpia, pasando el chancho. Domingo de escuchar tangos y boleros, los Hermanos Arriagada y Pepe Aguirre y por las tardes los partidos de fútbol en la voz de Darío Verdugo, cuya lírica no te daba tiempo para respirar. Tiempos de radio en la voz de Pepe Abad con el Report Esso. De desfile narrados por ese señor que se llamaba Tito Crespo.
Domingo de estreno de ropa nueva, cada cierto tiempo. Se exhibía la pinta dominguera. Es que el domingo es un día especial. Por la tarde noche a la plaza Prat, a pasear la vanidad. Nuestros vecinos de la eterna primavera le decían el tontodromo. Imponía su autoridad Che Carlos y sus amoríos increíbles y por lo tanto, imposibles. Y luego escuchar los relatos inventados por Carlos “Mogambo” Silva de los partidos de fútbol. Eran domingos de radio, pero no eran en blanco y negro. Día de circo por las tardes, de matinée esperando a la Kim Novak, o que llegara, por fin, la diligencia.
Alguien inventó la frase “palabras de día Domingo” aludiendo al uso de palabras especiales que no cabían en los restantes día de la semana. Pluscuamperfecto, era una de ellas. Día de playa, de acampar, cuando se podía en Cavancha o en el Buque Varado, de ir al cementerio a ver a los nuestros. Domingo día de la siesta larga.
Los domingos son los días menos neutros de nuestro calendario. De vez en cuando nos piden la opinión bajo la forma de un voto. Y hoy, es un día más que especial. Ustedes decidirán por muchas cosas. Y los que no vayan, también. Le tengo esperanza a este día, así como la tuve el año 1988. No le teman al cuco.
Publicado en La Estrella de Iquique el 19 diciembre de 2021, página 11