Fueron fundamentales en nuestra crianza. Bajaban de la pampa a Iquique a abastecerse el cuerpo y el alma. Tenían nombres recios: Evaristo, Raymundo, Guillermo. Muchos eran del Carmen. Eran tíos de carne y hueso. Pero también estaban los otros, los ficticios. Existían, pero habitaban en la radio, en el cine, en las revistas. Muchos de ellos eran parte del mito urbano. ¿Se acuerdan del Chico del Puerto?
En mi infancia modelada por la escucha de partidos de fútbol por la radio AM, sobre todo del otro lado de la cordillera, Roberto Perfumo casi era de la casa. Le faltaba tan solo sentarse a almorzar al lado de mi padre. «El mariscal» decía mi padre, y soñaba con tenerlo en la selección de Iquique, a metros de Manuel Montecinos, el loco, arquero que como muchos, vestía de negro. Lev Yashin era el modelo. Pero volvamos a Perfumo.
No lo vi jugar. Lo escuché jugar. Racing y River y la albiceleste. Pero los años nos dan oportunidades. Lo vi y lo escuché en Hablemos de fútbol con Víctor Hugo. Un caballero, un zaguero, elegante y siempre con la frase, como el pase, preciso. Como toda leyenda nos dejó ese partido que nunca se jugó, aquel en que marcó a Diego Maradona. Es que el fútbol, es más que eso que los comentaristas y dirigentes nos quieren hacer creer que es.
Tuve otros tíos imaginarios. Gracias a mi abuelo estaba convencido de que Luis Emilio Recabarren era familiar directo. Nunca se sentó en la mesa, pero sabíamos de él. De sus correrías por las oficinas salitreras, de la prensa obrera, de los Ateneos, de las persecuciones y de su muerte e inmenso funeral. A don Roberto Sola lo tuve a la hora del lonche y nos contaba sus peripecias del año 43 cuando fueron campeones en el Absoluto. El Tani y Godoy de vez en cuando se dejaban caer por el puerto. La ciudad se detenía y los pocos automóviles hacían sentir sus bocinas. El Loco Rendich le confesaba a mi padre, el porqué de su apodo. Pero tuvimos un tío, que cada sábado por la tarde golpeaba la mampara con los pies. En sus manos proletarias traía envuelto en papel de diario embelecos. No podía tener un mejor nombre, era el tío Justo.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 22 de octubre de 2023.