Iquique es la ciudad más cantada de Chile. Sus cantos y bailes son diversos, llenos de colores, ritmos y sonoridades. A comienzos del siglo XX se presentaban en el teatro Municipal variadas compañías de flamenco. El catolicismo ibérico no sólo trajo la cruz y la espada, sino que también danzas. De Andalucía se propagó este baile apasionado, cruzó fronteras y desafió y conquistó este paisaje tan diverso como el cantar gitano, nuestras cálidas tierras. Canto con influencias árabes y moras.

Claudia Camacho y su grupo cultiva este género y lo ha hecho parte de su vida. Una novedosa y atrevida puesta en escena, que habla muy bien de todos aquellos que le pusieron sangre roja y caliente a este espectáculo. Una pantalla partida en tres. Imágenes de La Tirana filmada por Pablo Garrido, en los años 40, una película de culto.  La chusca y una escena del Cautivo se muestran de modo especial. Luego el mar y esas aguas generosas que entregaron riquezas y transformaron al Colorado en lugar de sacrificio. El canto gitano y los zapateos sobre la chusca y las olas. Un trío de bronces nos regresaba a nuestra cultura. ¿Interculturalidad?

El flamenco son pasos que transitan de un lugar a otros. Fueron la de los españoles en plena época del salitre, pasos migrantes, por cierto. Pasos enrabiados a veces, en otros apacibles. Iluminación y sonido perfectos. En Olmué, Calichal exhibía un carnaval de colores. No ganaron por que el centralismo no entiende de morenadas menos de  fronteras que se disuelven a través de la cultura. La obra de teatro “Cosmovisión” nos entrega insumos para hablar acerca de la forma de habitar el espacio.

Escribo escuchando a José Marcé mientras canta en versión flamenco pop: “Te recuerdo Amanda”.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 28 de enero de 2024.