Se equivocan los que afirman que no hay nada en este desierto. La vida y la muerte fluyen como ríos subterráneos. Los indígenas quedaron asombrados al ver cómo de allí surgía casi de modo espontáneo una pequeña llama. Esa haría y llamaría a habitar este espacio cuya riqueza enriqueció a unos pocos y alimentó los campos de casi todo el mundo.

Desde ese entonces aconteció el milagro de la vida y la tragedia de la muerte en este inmenso desierto. La noche se iluminaba y las primeras chimeneas vomitaban ese humo mezcla de salitre y de transpiración humana.

Llegaron de todo el mundo. La riqueza fácil los traía engañados. Pero antes del salitre ya había vida. La Pachamama la otorgaba y los conquistadores la negaban. El amor intercultural, luego viene la conversión y el sacrificio de la ñusta sirvió para sembrar el culto cada vez más masivo de la Madre, la China.

Los pampinos practicaron los deportes como el fútbol, el boxeo y el baloncesto. Los inter-city unían las diversas oficinas salitreras, todo vez que se preparaban para cada 16 de julio para adorar a la madre. Estandartes y mudanzas, trajes y percusión rompían el silencio de este desierto tan generoso como exigente. En mulas o en trenes atiborrados de peregrinos proletariados le pedían a la virgen lo que el pulpero le negaba. Fogatas inmensas para ahuyentar un poco el frío teñían el cielo. La fiesta se celebraba en agosto, mes húmedo y femenino. El avasallador proceso de chilenización la cambió para julio, mes seco y masculino.

Hay una memoria mariana y gracias a ella, en ausencia de archivos clásicos, podemos reconstruir esa historia. Aniceto Palza, Damián Mercado, Serapio Cartajena, María Isabel Olivares, Arturo Barahona, Vicenta Dávila, Rogelia Pérez y tantos otros como el Manicero, Heriberto Moya,  llevan en sus cuerpos y almas cantos y danzas a la Madre.

La fiesta mariana del 16 de julio no ha estado inmune a los cambios y ha sabido, gracias a su inventiva y resistencia religiosa, seguir cantando y bailando en sus bailes religiosos.

Publicado en La Estrella de Iquique el 14 de junio 2024