Uno tiene suerte que no se imagina de donde proviene. Pero esa suerte no es un manjar que cae del cielo. Tengo la suerte de haber nacido en Iquique y los años me han enseñado a valorar lo que eso significa. Ser de Iquique es pertenecer a una larga historia que tiene cerca de 10 mil años. Fuimos chinchorros antes que nada. Lo demás es historia conocida: el guano, la plata, el salitre, la pesca, la Zofri y las mineras. En forma paralela hicimos del deporte nuestra segunda carta de ciudadanía. Habiendo aprendido a leer y escribir en la escuela pagada de la Mariante y luego en la Centenario, nunca imaginé la auto-responsabilidad de escribir la historia de los dos próceres de los puños: el Tani y Godoy. Y antes me enteré de la gloria del Maestranza y del Yungay, los dos equipo más antiguos de Tarapacá.
El azar me hizo conocer al gran basquetbolista Juan Ostoic, seleccionado chileno y olímpico. Largas conversaciones en Santiago y en Iquique, más la ayuda de gente generosa, hizo posible que su vida inmensa, esté es un libro que llamamos “El Gigante de Tarapacá”. El 2023 nuestro querido club deportivo La Cruz, contra todo pronóstico cumplió cien años. Una épica narrada con dolores y alegrías, pero estamos pronto a celebrar 101 años.
Pero en Iquique hay personajes para todos los gustos. Hace tiempo que ando tras los pasos del gran Antonio Prieto y de su hermano Joaquín. Los hermanos Espinoza Prieto que con La Novia conquistaran el mundo entero. Gracias al FNDR de Cultura del Gore, estamos en pleno proceso escritural para entregarle a las nuevas generaciones el tremendo aporte tanto de Antonio como de Joaquín. Antonio actor de cine, animador de TV en Buenos Aires, en la música se reinventó las veces que pudo. Fue la voz del bolero, de la balada y desafío todo tipo de fronteras musicales.
Nos hace falta un libro de la María Monvel, de la familia Caffarena, de la Teresa Flores, de la Baldramina y de tantas otras cuyos pasos y voces de aliento nos proyectan.
Desafíos inmensos que deben reconciliarnos con nuestra historia. Cada vez que escucho el “blanca y radiante se va la Novia” vuelve aquella adolescencia que se reflejaba en la mirada del gran Antonio.
Publicado en La Estrella de Iquique el 1 de septiembre de 2024