Más allá del dolor que nos provoca el incendio del 26 de febrero que destruyó, la ex aduana, equivocadamente bautizado como Palacio del Rimac, debemos sacar las debidas lecciones de este siniestro. Administrar una ciudad como Iquique, significa administrar una ciudad patrimonial.Esto tiene complejidades que la autoridad parece no conocer.
Este monumento nacional, construido el año 1871, en los tiempos del Perú, soportó dos guerras, tres tsunamis,terremotos, fue testigio de violaciones a los derechos humanos, pero no pudo con el descuido edilicio. En las promesas del gobierno comunal debemos exigir un programa de gestión patrimonial. Y por cierto, dotar a la ciudad de medidas que protegan estos lugares.
La ciudad ha sido destruida más de una vez, por los incendios. Y aun así, no tomamos consciencia de este peligro. Iquique no está preparado para adelantarse a estos hechos. De allí que el lamento sea la constante. El palacio Mujica, sigue siendo un sitio eriazo. Una histórica casona de El Morro, se convierte en lugar de estacionamiento. Leo que en Valparaíso se discute en forma democrática el plano regulador. Mientras se quemaba la Aduana peruana, las redes sociales actuaban como catarsis colectiva de una ciudadanía que no está empoderada, que no tiene voz, y que delegó en las autoridades de turno, la tremenda responsabilidad de gestionar la ciudad. El centro antiguo es el más abandonado, preso de la lógica del comercio informal.
Nada hace suponer que otros incendios consuman el rico patrimonio. Pero además existe el abandono programado. La estación de ferrocarriles, el viejo Estadio Municipal (demantelado), reclaman un salvataje y un uso colectivo, espero cultural. Camilo Ortega testimonia su morrinismo a través de un mural en la que nos hace guiños para entender la potente historia del barrio de pescadores y de deportistas. Mientras el fuego arrasa sin misericordia nuestro pasado peruano, surge la pregunta de qué se va a hacer ahí? Las mineras, la Zofri, el Puerto, el Gobierno Regional y Comunal deben financiar su reconstrucción. Finalizada, una Fundación o Corporación equidistante de los gobiernos, debe gestionar y administrar su uso. Una ciudad como la nuestra se lo merece.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 1 de marzo de 2015, página 17