Cuando los estadounidenses vieron pelear al Tani Loayza, por primera vez, advirtieron la rapidez de sus golpes y de sus movimientos. Enseguida lo bautizaron como el Puma. A Luis Ángel Firpo, boxeador argentino, lo apodaron el Toro de las pampas. A Messi, le dicen la pulga y a un brasileño mal genio le pusieron simplemente animal. Su nombre Edmundo.

Los animales, siempre han servido para crear imágenes deseadas de lo que somos. O bien para resaltar características físicas del aludido. El mundo animal es fuente constante de inspiración.

En Iquique seguimos con esa tradición, los ejemplos sobran. Dumbo Ostoic, el conejo Miranda, el conejo Castro, su hijo y su nieta, la coneja. Basquetbolistas todos. El perro Mancilla y el perro Sarabia. El gato Contreras gran arquero del Everton y el Stewart de Iquitados. Felinos mayores como el tigre Cantillana, un central aduana eficiente. Y varios monos, Sola, Sasso, Juan Silva de la Academia. El gran Chita Silva, pertenece a esa misma familia. Una chancha, un chanchote y un chanchito: Avilés, Rivera y Ramos. El pescao Lamas y el Pejerrey Martínez, chungungo Valenzuela, el chicora Espinoza, el pulpo Vistoso y el lenguado Gallardo, este último futbolista, lo mismo el tagua Figueroa, pichón Taberna,  Juan Pescado, apodo de Juan Gárate, árbitro de basquetbol, boxeo y mejor persona aún. Un burro como Jorquera, boxeador. Por la san Carlos, un arquero que le decían musaraña. Otros más sutiles como el pájaro Bontá que según como jugara se convertía en pajarito. En la selección del año 35, campeona de Chile, representada por San Enrique, jugaba el gaviota Luján. A otro le decimos oveja, basquetbolista también. Los locos abundan, pero no en tributo a ese apetecido molusco, sino a su extravagancia en su comportamiento. Los hermanos Aranda, conocidos como el caballo grande y el caballo chico. En el boxeo el pollo Concha. Un gallina como Bosso, waterpolista. No tenemos jotes, gallinas, zorros, ni serpientes. Hay patos, pero se debe por lo general, a que se llaman, Patricio. Es el caso del Pato Arroyo. Al queridísimo Marcelino Herrera le decían la ardillita del básquetbol.

Estos sobrenombres parecen atributos exclusivamente masculinos. Las mujeres carecen de apodos, al menos públicamente.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 29 de marzo de 2021, página 11

En la fotografía José Lamas, el pescao.