Vaya a saber uno por que le decían Arturín si su nombre es Arturo. Se ignora cuando ocurrió ese segundo bautismo sin cura y sin compadre cacho. Tal vez en su casa o en el barrio donde nació y que lo marcó a fuego lento.
Las redes sociales el miércoles temprano estaban a media asta. La noticia corrió como el loco Rosendo en la San Silvestre iquiqueña. Su nombre Arturo Julio Guerrero Aranda, de una enraizada familia del sector norte de la ciudad, del Matadero, para ser más preciso.
No nos unía ningún parentesco, excepto el compartir la inmensidad de barrios hermanos y separados por identidades lúdicas. En su caso el fútbol y boxeo que lo hizo defendiendo a Unión Matadero, y en básquetbol a Iquitados, y a La Cruz. Su padre el huaso Guerrero, boxeador mandó a la lona nada más y nada menos que al gran Humberto Loayza. Su hermano el Yoma, futbolista profesional y luego boxeador, un caballero y apasionado formador de futuros peloduros.
Pero volvamos a Arturín, a quien también se le decía el loco. Era de esos deportistas que pasaban del básquetbol, al baby fútbol, al boxeo y al futbol. Fue arquero y defensa en el básquetbol. Bajo el tablero, usaba sus largos brazos y su cuerpo para desplazar a sus rivales. Era de temer. Hacheros, es el nombre de esos que van al sacrificio. Con la camiseta naranja de Iquitados animó las noches en la desaparecida Casa del Deportista. Su rostro enrojecía ante las injusticias.
Para el funeral del Negro Pardo, en la parada en la desaparecida Casa del Deportista, lo vi triste. Marcó mil veces al Lolo y lo acompañó en su última bandeja. Esta vez no lo marcó.
La última vez que supe de él mandó a decir que apenas salgamos de esta –la pandemia- nos iba a preparar un picante de guata con pata. La parca, como dicen los españoles, andaba detrás de él. El Democrático, el Dándalo, Iquitados, La Cruz y sobre todo Unión Matadero, izarán sus banderas a media asta.
Publicado en La Estrella de Iquique el 3 de junio de 2022, página 11.