El pasado 9 de febrero se cumplieron 70 años del combate entre el iquiqueño Arturo Godoy y el norteamericano Joe Louis, en el Madinson Square Garden, Nueva York. En el 1923, otro de los nuestros, Estanislao Loayza Aguilar, había intentado lo mismo: ser campeón del mundo. La suerte de ambos parece estar ligada.
Nacido en 1912 en Caleta Buena, Godoy, se destacó por su altura y corpulencia. El duro trabajo y el nadar en esas tranquilas aguas ayudaron a formar un cuerpo atlético. Una jornada de boxeo en un ring sobre el mar, fue la oportunidad que tuvo el hijo de doña Vicenta para darse cuenta que en el deporte de los puños algo tenía que decir. Muere en agosto de 1986.
Haciendo la conscripción en el Carampangue de la calle Riquelme, un oficial descubre sus condiciones. En Iquique hace una sola pelea con un púgil del Manuel Sánchez. Luego a Santiago. Lo demás es casi historia conocida. Boxea en España, Cuba, Argentina y en los Estados Unidos. En la tierra de Luis Angel Firpo, en Argentina, cosecha sus mayores triunfos. La revista “El Gráfico” le dedica una portada. El Luna Park conoce de su guapeza.
El combate con el bombardero de Detroit, así le decían a Joe Louis, se lleva a cabo el 9 de febrero de 1940. Son 15 rounds. La prensa hablaba de un “tongo”, y por lo tanto, se anunciaba que el chileno no duraría más de tres asaltos. El video muestra lo duro del combate y la célebre frase “¡Agáchate Godoy!” acompañaría al nuestro en toda la pelea. Fallo dividido. El negro de Detroit, retiene el título. Ese mismo año, se realiza la revancha, pero al octavo round Louis despeja todas las dudas. Se dice que Godoy no pudo superar una amigdalitis.
Los expertos de la época dan dos razones para explicar porqué Godoy no ganó. Carecía de golpes contundentes, no tenía pegada como se dice en el argot del boxeo. Pero el gran obstáculo que halló el nacido en Caleta Buena, fue la calidad de Louis. A cualquier otro le hubiera ganado. Jack Demspey, el otro gran campeón del mundo (1923), en la misma categoría de los ya nombrados es de similar opinión. Conoció bastante al nuestro, ya que lo tuvo en su gimnasio. Hay quienes piensan que el Joe Louis fue mejor que Alí.
Cada vez que Arturo Godoy llegaba a Iquique, la ciudad se alteraba. Y no era para menos. Llegaba Arturito con sus ternos impecables color café con leche (así me lo describe mi madre). Bajaba por Tarapacá, y sus pasos de gladiador detenía el ritmo de esa ciudad que se quedó tres veces sin tener un campeón del mundo.
Godoy tuvo dos grandes amores. Su madre, doña Vicenta e Iquique. A donde iba hablaba maravillas de ambos. La ciudad no le ha correspondido como le es debido. Aún esperamos que una gran avenida lleve su nombre.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 21 de febrero de 2010
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