Los bailes pieles rojas en el Norte Grande ya son parte activa de nuestro paisaje religioso. Son pocos eso, si, los que aun perduran acompañados del pito (pífano) que los hacían singulares. Un arte en su interpretación. Pero aún, a fuerza de instrumentos de percusión siguen llamando para saludar a la China.

Los Barahona-Heraldo, le cantan y le bailan a la China. Y lo hacen como familia extensa que son. El patriarca, el tata, mi amigo Arturo, los congrega y les impone, con gestos, con dulzura y con el peso que le dan los años, las reglas del juego, son sus mandamientos.

Arturo el Rey, está de cumpleaños dos veces al año. El más importante, es el 5 de abril. Hace 30 años decidió junto a su mujer a quien extraña a diario, fundar su baile de pieles rojas. Y lo hizo sin apartarse de las enseñanzas de sus predecesores. Recogió lo mejor de Aniceto Palza y de tantos otros apellidos que este memorioso mariano, repite con familiaridad asombrosa. La memoria de Arturo Barahona es un manantial de aguas que surcan por su cuerpo y que se encienden como aquellas hogueras en la que a su alrededor danzaban los viejos pieles rojas en La Tirana.

Estuve sentado a su lado. Un privilegio. Y me contaba sus andanzas por la pampa y sus estaciones ferroviarias, el kilómetro 9, sus profesores de la Santa María, entre ellos Clodomiro Pizarro. «Mira allá están mis dos bisnietas» y apunta con sus añosos dedos trabajados en el Ferrocarril y luego como hechicero y caporal. «Los cuatros guías, son mis hijos e hijas». Y respira profundamente, y no le brotan las lágrimas, porque de seguro las ha de guardar para más adelante, para su encuentro con la China, el 16 de julio.

El templo es su casa. Y su casa es el templo. Allí las distinciones entre lo cotidiano y lo sagrado desaparecen. La China preside la vida de este viejo guerrero, cuya principal batalla, la de ganarle al olvido, hace rato que se resolvió a su favor.

Treinta años tienen oficialmente, pero además tienen los mismos años que su caporal, fundador, padre, abuelo y bis-abuelo. Y el domingo recién pasado, los celebró en su casa-templo. Las cuyacas, fueron a saludar al rey Arturo y a su baile. Bien se podría decir que ese día de abril empieza la fiesta de La Tirana.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 15 de abril de 2018, página 16