La ciudad te depara sorpresas. Y agradables por cierto. Una de ella el sábado pasado. En la cancha de la calle Wilson con Aníbal Pinto, donde nació el escritor Jorge Inostrosa y luego se levantó la cárcel, se congregaron más de trescientos personas. Y a una hora complicada, las 15.00 horas. ¿La razón?
Se iniciaba el campeonato infantil de básquetbol en la serie infantil. Niñas y niños, con sus balones y uniformes colorearon esa tarde de abril. Un desfile de inauguración. Las palabras de su presidente Miguel Ossandon, y luego los himnos, el de Iquique y el nacional. Las gradas llenas de padres y madres que acompañan a sus hijos e hijas, en esos momentos en que hay que estar allí.
Clubes de barrio y con historia casi centenaria (La Cruz, Jorge V, Rápido, Academia) se dieron cita al ritual que nos recuerda que esta ciudad es deportiva y que recoge una tradición de campeones. Los campeonatos de Chile, obtenidos el año 1932, 1941 y 1942. Las gestas de la Adep (1944, 1965 –en damas y varones-, 1967 y 1991, hablan de una costumbre de ganar que hay que reinventar. Todo ello sin contar con esos grandes como Lorenzo Pardo, Juan Ostoic, Mario Bontá y una largo etcétera. De las damas ni hablar, las hermanas Vera, Mafalda Schenoni, Yolanda Zuzulich, Doris Gárate y tantas otras que embellecieron las canchas de la pampa y de la ciudad.
Ese sábado, las damas del Rápido, del colegio Corona, del Hispano Italiano recordaron, quizás sin saberlo, que hubo damas como Mara Corona, Gloria Soudre, Marina Hume, que al igual que ellas, empezaron a driblear, pero en canchas de asfalto y con balones inmensamente grandes y pesados.
La realización de este campeonato, implica una despliegue de energías y de esfuerzos que brota del entusiasmo y de la mística. La labor de esos dirigentes es encomiable. Es una lucha diaria contra esos molinos de viento que se llama apatía, indiferencia e insensibilidad. Por lo mismo merecen apoyo y no sólo moral. Debe ser también material.
Lo primero pasa por contar con un lugar fijo, estable y ojalá céntrico para poder practicar. El lugar donde jugaron el sábado pasado es ideal, pero pertenece a una empresa privada. El gimnasio de la Unap parece ser el ideal. Demás está decir que el deporte es una práctica que ayuda a contener ciertas conductas peligrosas como el consumo de drogas, por lo mismo el Conace debiera jugar un papel central. La Municipalidad por ejemplo, tendría que apadrinar estos eventos, prestando ayuda básica, pero necesaria. Y qué decir de la empresa privada. La Zofri, las mineras, por ejemplo, en base a un plan anual de actividades, articulada en torno a escuelas de básquetbol apoyar financieramente a los clubes de barrios. Estos son el sostén sobre el que se levanta buena parte de a vida del barrio. No basta con obsequiar implementos de vez en cuando, hay que hacerlo de un modo sostenido e integral. Hay que apoyar competencias y evaluar su desarrollo y organización. Los sábados por la tarde exigen ser más glamorosos. La infancia se lo merece.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 3 de mayo de 2009