A mi encanta el fútbol. Lo disfruto y a menudo hablo de él. Sigo los buenos  programas de TV, sobre todo argentinos y uruguayos, y también algunos del país. Pero me gustan también otros deportes. El boxeo es uno de ello. El básquetbol, sin embargo, me ha acompañado casi toda mi vida. El sábado 20, en la Casa del Deportista, se inauguró el certamen de baloncesto en las categorías juveniles e infantiles. Mucha gente, acudió en la mañana a la ceremonia de apertura. Varios clubes, entre ellos los tres clásicos de la ciudad: La Cruz, Jorge V y Academia. Y otros de diversos colegios, le dieron un ambiente de fiesta. Conversando con Fernando Prieto, en otra ocasión, me decía del atraso que tiene esta actividad respecto a la del centro y sur de la ciudad. Algo que hay que preocuparse y que la actividad que señalo, se dirige en esa dirección. Le faltó, cobertura de prensa, la tuvo, pero fue insuficiente.

El básquetbol iquiqueño tuvo su época de gloria. El año 1932, 1941 y 1942 obtuvo el cetro máximo. En la llamada Adep, los escolares también alcanzaron lugares de privilegio. Grandes deportistas iluminan nuestro firmamento. Juan José Gallo. Mario Bontá, Freddy Wood, Manuel Ledesma, Juan Ostoic, los hermanos Cordero. Ya en los años 80, Lorenzo Pardo, Manuel Carrasco, y en los 90 en adelante, Hernán Low, Patricio Arroyo, Leonel Méndez, Mauro Schenoni, y Robert Lagos, han sabido inspirarse en los campeones del año 32, como Robles y Murray.

La escuela de básquetbol, “Santiago White” de La Cruz, apoyada por el FNDR 2%, además de la escuela Centenario, los trabajos en series menores de Jorge V, de Academia de Educación Física, sumado a colegios como Croacia, Corona, Unap,  ayudan a pensar en que esa distancia que nos separa de la realidad santiaguina y sureña, pueda reducirse.

Se necesita, además contar con canchas. Hay que redefinir el concepto de multicancha, ya que a menudo es un eufemismo, ya que solo se practica baby-fútbol. Baste ver la cancha de la Plaza Arica para darse cuenta de ello. Nunca en la larga historia de esa localidad, habíamos visto un tablero sin su aro. Lo de su sede social  sigue siendo una deuda que las autoridades tienen que con el club de Manuel Silva.  Pero aún así, y gracias a la escuela Centenario, en su cancha, podemos atender a un semillero que cada día crece más.

El trabajo con los niños y niñas resulta básico. La función de los clubes deportivos, sigue, en su mayoría, sin ser entendida y menos valorada. Pertenecer a uno de ellos, es tener la capacidad para organizar el tiempo libre, dotarse de una identidad, trabajar en equipo, desarrollar la noción de lealtad,  y sobre todo, tener la certeza de que se pertenece y con orgullo a algo.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 28 de agosto de 2011, página A-9