En una de las mejores décadas del box iquiqueño, aquella que transcurrió entre los años 40 y 50 del siglo pasado, destacó un boxeador que al igual que otros que nacieron bajo la estrella del Tani y de Arturo Godoy, se caracterizó por la guapeza. Su nombre Humberto Lillo. Un peso liviano que peleó en Argentina y en Perú.  Por esas cosas de la vida que más adelante aclararé, a este “peloduro” se le conoció también como Humberto Lillo Buccione o simplemente como Buccione.

La vida de este guapo iquiqueño la escribió Enrique Lafourcade en su novela “Mano Bendita”. Allí aparece Buccione como Evaristo Arce. Ignoro bajo que condiciones murió y donde está enterrado. Lo cierto es que sus grandes peleas están consignadas en la revista Estadio.

Una de ellas la hizo con el “Negro” Coronado un buen boxeador peruano. Esta fue fue su primera pelea internacional. El resultado fue un empate. Sin embargo una de las peleas más comentadas de Buccione fue la que hizo con ese otro gran boxeador, obviamente iquiqueño, que fue Carlos Rendich, más conocido como el “Loco” Rendich.  Este último venía en alza, y por supuesto era unos años más joven y tenía una gran técnica. Ganó Rendich. Era el año 1946. Don Pampa escribió en su sección “Migajas” de la Revista Estadio: “La noche  que Carlos Rendich derrotó a Humberto Buccione en el ring del Caupolicán, lo esperó a la salida toda su “barra”.  Y en cuanto apareció, lo aplaudieron, lo abrazaron y la efusión fue impresionante. Además no faltaron las indirectas. Todos estaban con las gargantas secas de tanto gritar. -Bueno, Loco- dijo el más osado-. ¿Iremos a festejar el triunfo?. – Lo irán a festejar ustedes. Lo que es a mi, ya me festejó Buccione en el ring. Y mostraba el chichón que tenía en el pómulo y en la sien”.

Así era Buccione. Un guapo de esos que la palabra derrota no estaba en su diccionario. EL cronista Ticiano de la revista Estadio dijo:  “Era un peleador fogoso, pero no desordenado. Había armado muy bien su guardia y sabía buscar sin atolondrarse. Algo le faltaba para ser astro de extraordinario brillo. Tal vez un punch más contundente, quizá mayor velocidad en sus golpes y en sus movimientos, acaso esa chispa divina que está sólo reservada a los grandes”. Peleó con Venció a Mario Verano, a Segundo Dinamarca y a Simón Guerra. Las dos peleas con el uruguayo Pilar Bastida fueron memorables. 

Poco se sabe sobre su vida. ¿Dónde nació y en qué barrio hizo sus primeros combates? ¿Cuándo murió y dónde está enterrado? A ese desconocimiento se le suma el error de su segundo apellido que  a veces se usaba como primero. Se cuenta que cuando Lafourcade preparaba su novela estuvo en Iquique y se entrevistó con la familia Buccione para indagar sobre este peloduro. Nada encontró ya que los Buccione no registran en su familia boxeadores. La clave la tenía una vez don Carlos Guerrero, Don Pampa. En una de sus “Migajas” explica el error. A Humberto Lillo, lo bautizaron como “Buck Jones”, ese vaquero de las tardes de la matiné. La traducción no se hizo esperar: de Buck Jones pasó a Buccione.

 

Publicado en La Estrella de Iquique, el 29 de agosto de 2004.