Cindy
Las buenas frases aparte de tener su obligaciones formales (artículos, verbos, etc) deben tener una dosis de ingenio. Son como las tallas que se distinguen del chiste, porque son espontáneas y resumen situaciones dramáticas o jocosas. Son frases para el bronce como se dice por ahí. Aunque algunas no dan más que para el cholguán y otras para el oro. Ni que hablar de las llamadas frases hechas o tópicos o clisé, como por ejemplo: “Son cosas del fútbol” o bien: “el gran escritor…”.
El ingenio es el componente esencial de las buenas frases. El escritor Stevenson dice por ejemplo: “Un responsable editorial es uno que separa la paja del trigo y publica la paja”. Hay libros que recogen cientos de estas joyitas. Otro dijo: “Afortunado el hombre que se ríe de sí mismo, ya que nunca le faltará motivo de diversión” (Bourguiba). Otro digno de imitar “No puedo permitirme el lujo de perder mi tiempo haciendo dinero”. Fue Alexander Agassiz.
Jorge Luis Borges decía que una sola buena frase puede salvar un poema o un cuento. Si lo dice él, será así. Las buenas canciones están repletas de buenas piezas de este tipo. Por ejemplo, Joan Manuel Serrat nos canta “No hay nada más bello/ que lo que nunca he tenido/Nada más amado/que lo que perdí”. Chabuca Grande canta en Cardo o Ceniza: “Cómo será tu piel junto a mi piel”. Joaquín Sabina no se queda atrás y exclama: “Me han traído hasta aquí tus caderas, no tu corazón”. Silvio Rodríguez, nostálgico susurra “Cómo no te me quitas de las ganas”.
La mayoría de las canciones, sin embargo, están llenas de malas frases. Uno como que adivina lo que viene. Están completas de rimas fáciles. Ironizaba Silvio: “Te quiero mi amor, no me dejes solo, no puedo estar sin ti, mira que yo lloro”. O algo así. Un cantante guatemalteco que recibió más de una docena de gaviotas tiene una frase en su “Señora de las cuatro décadas”, que habla de la grasa abdominal. Ambas palabras no caben en ninguna buena canción.
Se cuenta del impacto que provocó en Vicente Huidobro el encuentro con una mujer. Escribió lo siguiente: “A usted cuando, se le ve, se le ama. Y cuando se le ama: ¿Dónde se le ve?”. Nicanor Parra habría de extremar el ingenio hasta convertirlo en antipoesía. En sus Artefactos escribe: “¿Casa en Algarrobo? Algo robas entonces. Has robado bastante por lo visto?”.

Les Luthiers el conjunto musical, compuesto por argentinos, juegan con las palabras como quien juega a los naipes. El ingenio es llevado hasta el absurdo. “Cuando el Conquistador pone el pie en tierras incas, lo que hace, es… hincapié”.

Las calles a veces se llenan de ingenio. Aunque ahora abundan las faltas de ortografías y las declaraciones de amor. La mujer que se llama Cindy despertó esa ganas de expresar por las paredes el amor. El enamorado fue sintético y escribió lisa y llanamente “Cindy te amo”. Notable.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 7 de marzo de 2004