No sólo el deporte está de duelo, Iquique también. Nelson Carreño, a quien se le rebautizó como caluga acaba de decirnos “no va más”. “Hasta aquí no más llego”. Nacido en su querido barrio el Morro, jugador de fútbol, aguerrido como todos sus hermanos, el Caluga fue amigo de sus amigos, exagerado en el saludo y en los piropos. “Ahí viene el más grande…” gritaba de una esquina a otra. Fue presidente del Centro de Alumnos del Liceo de Hombres, por allá por los años 70. Su corazón latía por el lado izquierdo. Arriba de su urna la bandera del partido de Allende.

¿Por qué le decían caluga? Hay que regresar a la década de los años 70. Una ciudad con triciclos a la salida de los cines y de la Casa del Deportista en las que se vendían productos de Arica, del Puerto Libre. Chocolates Bambú y Sublime, y esas calugas pequeñas y duras de color café oscuro. Creo que marca Cremalín.  No tardó el bautizador del barrio en colgarle el apodo. Era más conocido por el sobrenombre , más que el de la pila baustimal.

Cuando el fútbol de menores se jugaba no por años, sino por tamaño, el Caluga se repetía las series. Fue goleador las veces que quiso. El tamaño lo hizo goleador. Desarrolló su físico en su playa Bellavista. Era veloz. No aguantó los nuevos aires que tomó su Iquique, ciudad cuna, y se fue a La Huayca. Lugar donde descansó el conquistador y luego el colonizador en búsqueda de tesoros. El Caluga emigró para encontrar la paz y el amor de los suyos, que somos todos nosotros.

Era Carreño y se le notaba, admiraba como todo Iquique a su hermano Jaime “Pipi”. Al despedir a su hermano, el guapo se quebró. Ya no lo vamos a ver más al Caluga, pero lo vamos a sentir. Se le va a extrañar al viejo profesor que se formó en Antofagasta, en la Norte, junto a tantos otros, que enarbolaba con orgullo no disimulado nuestras banderas en la perla del Norte.

Publicado en La Estrella de Iquique el 27 de octubre de 2024