La tradición oral fue la encargada de transmitir las canciones que lograban perpetuarse en el imaginario colectivo. La Edad Media, por ejemplo, nos legó a través de los juglares y trovadores piezas que aún mantienen su frescura. Con la invención de la imprenta, la producción de canciones y de poemas, pudo conservarse en papel, perdiendo, quién sabe, el espíritu de la oralidad. El género del cancionero va de la mano con la industria de la música popular. En los años 70, revista como “El Musiquero”, entre otras, bien lo representa. En los años 80, “La Bicicleta”, jugó un rol capital en la divulgación de la nueva trova y del canto nuevo. Otras publicaciones divulgan letras de boleros y tango. En internet parece estar todo.
En Iquique, el año 1914 se publicó un cancionero que lleva por nombre “El cantor tarapaqueño”. Fue editado por la Librería Italiana, cuyo propietario fue Humberto Bontá, me parece pariente del “Gran Capitán” que fue Mario Bontá, campeón de Chile en básquetbol, los años 41 y 42. Nuestra ciudad, en ese entonces, tenía una interesante capacidad editorial, acompañada de varias imprentas.
La lectura de este cancionero nos remite a un campo de la música popular que está constituida por una variedad de estilos musicales: operetas, valses, habaneras, polkas, zamacuecas, entre otros. Lo anterior, indica la multiculturalidad del norte grande, producto de la explotación del salitre. No sabemos de la existencia de otros cancioneros escritos en otros idiomas. Tal vez en el campo religioso, sobre todo en el protestante, se puedan hallar himnario en inglés. Sin considerar, además los cantos religiosos de la fiesta de La Tirana, obras anónimas y publicadas en los años 70 por Van Kessel.
En el cancionero que comentamos, hay una canción que se llama “El Militar”, en sus primeros versos dice: “Mi oficio, es el oficio más descansado/ Agárrate al servicio de ser soldado/ No hay en la tierra, no hay en la tierra/ Gremio más socorrido como el de la guerra”. Hay muchas canciones con el nombre de sus autores. Algunos como Ramón Faico, E. Ureta, etc. Nos encontramos con adaptaciones de obras como “La viuda alegre” de Pedro Bocanegra, realizada especialmente para el cancionero de Bontá. La canción “Flores Vicentinas” escrita por Félix Tórrico, un vals de moda, aparece con el siguiente texto: “Dedicado al bello sexo iquiqueño y extrenado (sic) con gran éxito en el Cinema Popular de Lima).
Pero lo más sobresaliente de este cancionero, lo constituye la inclusión en sus primeras páginas de la letra de los himnos nacionales, el chileno, el peruano y el boliviano. Una muestra de integración que habla además de la capacidad que ha tenido nuestra ciudad para albergar a todos.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 14 de agosto de 2011, página A-9