¿Cuál es la ciudad más cantada? Pregunta difícil, pero en Chile, creo que es Iquique. Ya a fines del siglo XIX, Justo Miralles escribió el primer himno al puerto. Hay más de treinta canciones que hablan de esta ciudad de deportistas y de poetas. Todos los ritmos, como todas las sangres: boleros, vals, fox trot, corridos, etc.
Buenos Aires, tiene a mi juicio las mejores canciones. Borges, hizo de ella uno de sus campos poéticos preferidos. “No nos une el amor, sino el espanto, será por eso que la quiero tanto”, escribió. Los poemas de Borges hecho canciones y cantadas por Jairo son un clásico. De todas ellas, La fundación mitológica de Buenos Aires, es quizás uno de las mejores. Dicen que hay una versión de Susana Rinaldi, sólo conozco la que hizo el Cuarteto Cedrón:
Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
por un mar que tenía cinco lunas de anchura
y aún estaba poblado de sirenas y endriagos
y de piedras imanes que enloquecen la brújula.
En ese mismo tono, Julio Córtazar y Edgardo Cantón nos regalan un tango. Las veredas de Buenos Aires, esas del juego de la rayuela y de los pasos firmes. Canta el Cuarteto Cedrón:
Después, ya mis compadres, taconeando
dimos vuelta manzana con la barra
silbando fuerte para que la rubia
del almacén saliera con sus lindas trenzas
a la ventana.
Vuelvo a Serrat. Construye una postal de una ciudad que en este lado del planeta no sabíamos que existía: “Y esa calle y esa plaza y ese municipal y esa esquina y esa fuente y esa escuela nacional y esa estatua y ese puente y esa carretera general y ese perro muerto en la cuneta y esos albañiles en ‘samarreta’… Casi ná”. Le canta a Badalona. De la mano de Antonio Machado nos recuerda que de infancia en un patio de Sevilla. Víctor Manuel inmortalizó su querida Asturias, al igual que Miguel Ríos regresando a Granada. Leo Dan, sacó del olvido a su Santiago Querido, mientras que Yaco Monti, reclamaba volver a San Luis. Leonardo Favio, en una canción de José Carbajal, hace ver que la calle es libre, sintetizado con ello el deseo de la infancia de patear la pelota donde se nos diera la gana… Pero siempre hay una vecina.
García Márquez inmortalizó en su novela Macondo. Pero para aquellos que no se enteraron de Cien Años Soledad, Graciela Arango de Tobon, escribió la cumbia que Los Hispanos, Giolito y su Combo, en la década de los 80, hicieron bailar a toda América Latina con ese pegajoso estribillo: Macondo, Macondo, yo me voy para Macondo”.
Ciudades construidas no ya desde un plano regulador, sino de esa geografía y territorio que toca y conmueve al poeta. Y éste, generoso nos las regala. Muchas ciudades son las canciones que sobre ella se han cantado. No me imagino Capri sin la voz de Hervé Vilard. Debe ser un lugar triste.