Iquique, era tan familiar que los objetos tenían nombres propios. No sólo los perros se llamaban Terry o Bobby, aparte de Cachupín, sino que también los buses, camiones y liebres, poseían su propia denominación. En los medios de transportes, por ejemplo, “El Limón”, uno de los tantos que usó el nombre de ese fruto de Pica. Hubo un injerto de bus y camión que, el humor popular bautizó como “Coccinelle”, en alusión a la francesa transexual. Mención aparte, «El Siete Machos» un camión cargado de gravilla, compuesto por una cuadrilla de hombres recios que por las calles del puerto, mostraban las rudezas de su oficio.
La ciudad, era familiar y, en su pobreza flameaba la dignidad y la decencia. Era una pobreza honrada y se practicaba sin aspavientos. El pavimento, llegaba hasta la calle Arturo Fernández, y de ahí, era toda naturaleza urbana. Así me lo contó Pedro Buc. En la calle Sargento Aldea, el Mercado, era el centro neurálgico de esta ciudad, lo repito, popular. Las agencias de buses, Romero, la más famosa, aglutinaba a los buses que iban y venían a Arica, ciudad atracción por ser Puerto Libre. Estas, tenían nombres familiares: Ramos Cholele, Cuevas y González y por cierto, Carmelita.
Don Antonio Petrillo Ovidiano, cultivó el bajo perfil. Sus buses, sus colores y sus estampas, forman parte de nuestro imaginario urbano. En una ciudad impersonalizada y, por lo mismo abandonada, llama la atención que una línea de buses, siga llamándose como se llama. Don Antonio, a quien no tuve el gusto de estrechar su mano, pero sí de apreciar su buen servicio, le debemos más de lo que pensamos. Le debemos, el haber persistido, renovado y modernizado, pero siempre, inspirándose en nuestra identidad. Cada vez que decimos buses Carmelita, estamos diciendo el nombre de nuestra ciudad y, enfatizando el ambiente y la nobleza de nuestra gente.
Un italiano más, de los muchos que se quedaron a habitar y a hermosear esta ciudad. Ciudad que, sin lugar a dudas, debemos refundar y reinventar. La carretera panamericana está de duelo.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 10 de agosto de 2014, página 25