Sobre 

De los oficios caminados, el de cartero, es sin duda, el más sobresaliente. Pocos trabajadores, apartes de los taxistas, conocen tan bien la ciudad. Son parte del paisaje urbano y conocedores de esa ciudad profunda que habita en los rincones menos pensados. Los carteros bien podrían ser los guías turísticos de la ciudad. No se como se repartían la ciudad, pero a cierta hora aparecía uno por Bolívar arriba. Los perros callaban.

Dueños de un saber envidiable, los carteros conocen el ritmo de la ciudad y sobre todo, se saben portadores de noticias importantes. Al menos, eso era, hasta hace un par de décadas. Con el desarrollo de las redes sociales, han visto mermada su capacidad ser esperado con ansiedad. Reparten más cuentas que noticias buenas. El barrio parecía interrumpirse con la llegada de este personaje. Algunos a pie, otros en bicicletas. El de a pie, concitaba nuestra atención. Golpeaba fuerte, entregaba la carta y esperaba, casi distraído las monedas. Habían carteros famosos, uno de ellos el Chato Mercado, futbolista del Maestranza y asiduo del Belfor en la plaza Arica. Caminaba rápido y a  pasos cortos. En las canchas pegaba como central uruguayo.

Cantinflas los inmortalizó en la película El Cartero y Skarmeta lo universalizo con Il Postino, en la que la relación de Neruda con el repartidor de carta es estrecha. Sin el cartero la ciudad no funcionaba. Las huelgas de Correos y Telégrafos nos dejaban en el abandono e incomunicado. Las cartas se escribían a mano y seguían un estricto protocolo: “Espero que al recibo de esta carta…”. El enamorado, desde la distancia, hacia del cartero, un intermediario. A la ausencia de éstas, el silencio se apoderaba entre los tres. El cartero, era parte de esa relación. Me dicen que el 28 de octubre era el día del cartero. Ignoro si aún se celebra.Que se merecen una celebración, se lo merecen

Muchos dichos se inventaron en función de este empleo.  “Más pesado que bolso de cartero”. Era la didáctica que el pueblo armaba para explicar ciertas cosas del mundo. Los carteros son imprescindibles como la siesta de cada día.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 18 de enero de 2015, página 16