Antes de las redes sociales, en gran parte del mundo habian carteros. Hombres ataviados con bolsos llenos de cartas. A pie o en bicicleta peinaban la ciudad en búsqueda del destinatario. Su presencia no pasaba inadvertida. Menos la de José Mercado Mulet. Bajo de estatura, el chato Mercado, caminaba rápido entendiendo tal vez la urgencia de las cartas. Entendía que tenía en sus manos, afectos, sentimientos, que debía entregar con la premura del caso.

El cartero, además, combinaba su trabajo con su otra pasión: el fútbol. Y defendió, a su querido Maestranza, ganándose el apodo de “patitas con sangre”. Su segunda camiseta fue la de Correo y Telegrafo.

Asiduo de la plaza Arica, en el negocio de Belfor, junto a Enrique Silva y otros, rememoraban tardes de clásicos en esas canchas iquiqueñas que ya no existen.

Los carteros de hoy, reparten cuentas y avisos. Los de ayer como el chato Mercado, sobres escritos a manos, con caligrafías diversas, y por dentro estados de ánimos, que empezaban con el clásico: “Espero que al recibir esta carta se encuentre bien de salud…”. José Mercado Mulet, el chato Pepe, el fiero defensor, el tierno cartero, nos ha dejado.