El domingo recién pasado con Ramsés Aguirre y Orlando Torres visitamos el Cementerio 1. La idea era constatar y registrar los daños que este recinto sufrió por los dos terremotos de abril del 2014. Los daños más elocuentes se observan en el mausoleo de las familias Pascal, Urriticoechea, Baggioli, Pisani, Sacco, Canelo, entre otras. La Logia Masónica, Sociedad de Mujeres Peruanas, Veteranos del 79, también se vieron afectados.
Este desastre es la culminación además del descuido en que se encuentra este lugar histórico. A no ser por el cuidado que le prodigan sus cuidadores, sería un territorio de nadie. Delincuentes roban objetos de valor, y más algún familiar ha sido asaltado. Indudablemente que le corresponde a los deudos de los afectados reparar los daños. Pero, el caso de familas que ya no están como los Pascal,Neuman y Canelo, la situación es preocupante. Se trata de mausoleos abandonados, pero de gran riqueza arquitectónica.
Urge desarrollar un plan maestro para la reconstrucción de este lugar de la memoria iquiqueña. Hay que generar proyectos y acudir a la cooperación internacional para que nos ayude a recuperar esos monumentos y sobre todo para dotar de dignidad a nuestros muertos.
En el Cementerio 1 es posible advertir el carácter multicultural de la ciudad y de Tarapacá. El mundo que se dio cita en el auge del salitre se quedó definitivamente en estas tierras. El dolor escrito en inglés, francés, alemán y chino expresa lo anterior. El cementerio es un recurso pedagógico para las nuevas generaciones. La presencia del mármol, el pino oregón y hoy de la cerámica nos habla de las varias generaciones que habitan este lugar. Materialidades diversas que nos hablan de la conexión que Iquique tenía y sigue teniendo con el mundo.
Las múltiples consecuencias de los dos terremotos, se han dejado sentir de diversas maneras. Me temo, eso si, que la situación de este cementerio, en su reconstrucción demore más de lo aconsejable.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 4 de mayo de 2014, página 16