La novela de Diego Zuñiga “Tierra de Campeones” se zambulle en la vida de nuestro campeón del mundo Raúl Choque. Un relato que nos recuerda lo que fue esa gesta en nuestras costas, una hinchada que acompañó y vitoreó a nuestro equipo. Un pesaje en el Cine Délfico donde achas y otras especies permitieron que nuestro equipo se consagrara campeón del mundo, algo que el Tani y Godoy no pudieron alcanzar.
Una novela que huele a huiro, a arena húmeda, y que le sigue el ritmo a los golpeteos de “la mar” sobre las rocas. Sonidos de gaviotas y de pelícanos conforman la banda sonora de esta novela que se deja leer, como quien consume un perol entre las rocas.
La gracia de esta novela consiste en contarnos algo que todos más bien sabemos. Pero la función de la literatura es crear y recrear esos aspectos que la crónica periodística, por su urgencia no es capaz de capturar. El dolor de oído de Choque que aparece con el apellido Martínez y su apodo Chungungo, sus lecturas de las selecciones del Readers, sus temores son magistralmente encerrados en esa atmósfera de las caletas. La casa que nunca le dieron y su diálogo con Arturo Godoy en un bar de Santiago, estructuran la novela de largo aliento.
Cuando Choque avista los cuerpos en el sector costero del norte de la ciudad, el relato se quiebra. A mi juicio lo más logrado de la pluma de Diego Zuñiga son esas páginas que trasuntan ansiedad y dolor. El desierto y el mar son dos antagónicos que se complementan. ¿Vio esos cadáveres amarrados nuestro campeón?
El Tani y Godoy tienen sus novelas, cuecas, poemas, libros y películas. Faltaba la de Choque. Y aquí está volviendo a la actualidad. Una novela para vencer el olvido. Falta la de los hermanos Robledo y del Maravilla Prieto.
Hace una semana en un acto en el Museo del Deporte le comenté a Choque de esta novela. Me miró y me dijo cuando la termines de leer me la cuentas. Iquique es una novela de largo aliento que no se deja que la escriba un solo autor.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 7 de enero de 2024.