Nada mejor que las paredes, para graficar el estado de ánimo de la ciudad. El profesor Aréstegui, nos decía en el Liceo que, las paredes eran la pizarra de los canallas. Algo de cierto hay en eso, pero no tanto. Hoy, muchas de esas paredes son la pizarra de los poetas. Y, eso me gusta.
Las paredes de Iquique, tienen mucho que decir. En los años 60, estaban llenas de propaganda política. Rayados por las justas presidenciales o, para diputados, senadores, alcaldes y regidores. Los otros, eran simplemente propaganda comercial: Aliviol o Mejoral, entre muchas otras.
A la hora del recuento de esos rayados, los del Iquique posmoderno, me quedo con el “Cindy te amo, regresa”. Un clásico que, ya se convirtió en leyenda urbana. Y, como tal, objeto de variadas interpretaciones, todas válidas, por supuesto. La verdad, nunca ha sido una sola. La Cindy, debe estar pagando el precio de la fama que, el poeta inmortalizó. Del otro Iquique, el premoderno, me sigue cautivando el: “Pico pal que lee”. Una frase anti-ilustrada que, se dirige a los lectores compulsivos. Una protesta que, empieza bajo el pupo. Ambos, tienen un común denominador: alzar la voz, demandar, rogar, castigar.
Los tiempos de hoy, se caracterizan por poner en el espacio público, los temas personales. Una especie de vaciamiento de la subjetividad, a esa vitrina pública que, son los paredes. Un grupo llamado “Acción Poética”, firma esos versos, finos a veces, ingenuos en la mayoría, pero que simbolizan muy bien, esa tendencia de ocupar el espacio público, para ventilar los tormentos del corazón.
Las ciudades actuales, se han convertido en eso. En un espacio de exhibición. Un lugar, para inscribir los vaivenes psico-sociales de sus habitantes. Ya no hay brigadas, como la Ramona Parra o, la Elmo Catatán. Y no las hay, porque carecemos de lectores. Ya nadie quiere leer: “Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro”. Y no es por falta de hábitos lectores, sino que, simplemente, porque no hay lucha y, menos futuro. Sueño, con conocer a la tal Cindy y, agradecer al desesperado poeta que escribió su nombre y su ruego, en la calle San Martín.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 9 de noviembre de 2014, página 16.