Buena parte de la sociabilidad de hombres y mujeres se ordenaban en base al cine y a la radio. Ambos eran una especie de cara y sello, de eso que hoy llaman ocio. El cine como expresión además requería de la música. Las bandas sonoras, jugaban un papel especial. La radio, encendida todo el día, reproducía la vida local, y de paso nos traía noticias y comentario acerca de lo que ocurría en el mundo. En Iquique, la radio “El Salitre” enseñaba inglés. Tenía una programación además en que se incluía la llamada “música selecta”. Lo anterior, lo traigo a colación, por la existencia de tres canciones, y deben haber muchas más, que tiene como actor principal al cine. Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina y Gloria Benavides. Cada uno de ellos, y por cierto, en su estilo, recrean lo que fue esa institución tan bien mostrada la película “Cinema Paradiso”. Los dos primeros, en base a la nostalgia nos habla del cine, como eje de la vida social. El catalán en “Los fantasmas del Roxy” pasa cuenta al fin de estas instalaciones y su reemplazo por un banco comercial. Dice como en las noches se escuchan las voces de actores como Clark Gable. Joaquín Sabina, en un tono más picaresco, recrea en su canción “Una de romanos” a esa institución que se llama matinée, la búsqueda del amor adolescente mientras que en la pantalla “un león se merendaba a un cristiano”. Todo ello, en el marco de la llegada del video que trasladó ese hábito colectivo al living de la casa. La nueva ola, contribuyó en la voz de Gloria Benavides, a describir situaciones comunes y corrientes que podían realizarse mientras se proyectaba, en este caso, una película de “monitos”. La infidelidad amparada por la ausencia de luz y teniendo en la pantalla a los personajes de Disney, desencadena un drama. Los amantes entrando cuando la función apenas comienza. “Al besar él sus labios, creí morir/y a través de mi llanto/ y sus siluetas/, al Pato Donald ví”. Su novio y su mejor amiga consuma, bajo la inocencia de los personajes como Minie, la infidelidad.
Lo demás es historia conocida y la canción sigue la lógica de casi todas las composiciones de ese tipo. Lo cierto y tal como dije más arriba, el cine y la radio, ayudaron a crear imaginarios románticos. Tres cines en la ciudad y e igual cantidad de radios en Iquique, con no más de 60 mil habitantes, nos hablan de una vida social, al menos, en el ocio, fuertemente influenciada por esas dos instituciones. Si a ellos sumamos las revistas de cine como “Ecran” comprendemos mejor de lo que estamos hablando. Bioy Casares, escribió: “Pienso que la sala de un cinematógrafo es el lugar que elegiría para esperar el fin del mundo”.

Publicado en La Estrella de Iquique, el 13 de noviembre de 2011, página A-13