circo dia

 

Los circos solían recorrer el país mostrando excentricidades. Su llegada era ya un acontecimiento sobre todo en una ciudad como la nuestra, que mantenía una rutina que era solo alterada por un incendio, o por la obtención de un campeonato nacional. Los leones que mostraban las películas de Tarzán se nos hacían realidad aunque éstos, eran viejos y aburridos. Se presentaban como circo de fieras. Anunciaban su llegada con un desfile. Camellos y tigres enjaulados eran la novedad.  De alguna manera nos traían una parte del mundo que veíamos en el cine Nacional o en el Coliseo. Completaban el espectáculo, los acrobátas que siempre eran hermanos, que desafíaban en cada presentación, a la muerte. Los payasos con sus golpes y tono de voz, contribuían a distender la tarde marcada por el rugido de las fieras.

El circo era el vehículo de lo exótico. Enanos, mujeres barbudas, entre otros, se nos hacían realidad. Eran mostrados como lo fue en su tiempo el hombre elefante. El circo, lo degradaba. Convertía a los enanos en otro, que debíamos temer y reirnos a la vez. El circo Las Aguilas Humanas, en una de sus tantas visitas por Iquique, nos trajo como novedad a un indio del oeste norteamericano. Inmenso y serio, la mirada perdida en búsqueda de una manada de bufalos, balbucenado no se qué idioma, nos aterrorizaba blandiendo un largo látigo. Era la puesta en escena de un otro, no carente de racismo. Hoy sería imposible un acto de esta naturaleza. Sin embargo, los iquiqueños dieron muestran de un fornido sentido del humor. Casi como una reacción al minuto, convirtieron a Chicote en el alter ego de ese indio arrancado de las praderas norteamericanas.

Las calles de Iquique vieron como estos dos personajes luchaban por conquistar al público. El nuestro, por cierto ganó y por lejos. Evidentemente que en el acto de empoderar a Chicote como un indio del oeste había también un gesto racista. Era la década de los 60.

 Publicado en La Estrella de Iquique, el 25 de mayo de 2014, página 16