Iquique, hasta que no se demuestre lo contrario debe ser la ciudad más cantada de Chile. Poetas y músicos han enhebrado talentos para registrar sus vivencias en torno a esta ciudad que a diferencia de Valparaíso no amarra como el hambre. Tengo una partitura de un tango que se llama «Iquique» y que fue estrenado el año 1929 cuando el Teatro Municipal estaba abierto. Su autor el Chilote Campos.
La época más prodigiosa en cuanto a creaciones de canciones ocurre entre los años 40 al 60. Epoca de crisis. La nostalgia se apodera de la inspiración. Iquique se recrea desde la distancia y se le profesa un amor casi platónico. Todos los ritmos sirven para cantarle. Fox trox, tangos, corridos, vals. El paisaje sonoro de la ciudad es diverso. Carmelo Dávila ya animaba las noches iquiqueñas con su saxo endiablado, trayendo sonidos desde su natal Caribe.
Iquique no se puede entender sin la música que la inmortaliza. Sus canciones son retratos cantados de nuestras crisis, frustraciones y esperanzas. Pero todas ellas tienen el común denominador de la querencia casi exagerada. Por ejemplo «Iquique es puerto» o «Tú nos has estado en Cavancha» ambas de Lautaro Andino, pseudónimo de Santiago Polanco Nuño, son piezas de una potencia musical y literaria que además convidan al baile. Mérida, Carboé, Acosta se inscriben en la misma lógica. En los años 60, aparecen las guitarras y las voces de Los González, y luego nuestro Checho crearía unas decenas de canciones, que Carlos Sentimiento Avalos habría de popularizar como el «Amigo portuario». Gilberto Rojas nos regaló un vals que la Nora Muffelers canta encantada. Nada de los anterior sería posible sin el gesto creativo de Carrero Disco a quien le debemos mucho más de lo que creemos y confesamos.
Nuestro patrimonio musical se amplifica con Los New Demons y Los Angelos. Solistas como Magaly Moya y Sandra Olmedo aumentarían la producción. Y eso que sólo me refiero a lo que alcanzaron la gloria del vinilo. En los 80, Héctor Campusano, cantautor, es vital Y que decir de Juanito Linner y no nombro a nadie mas no por egoísmo, sino por falta de espacio.
Publicado en La Estrella de Iquique, el 9 de octubre de 2016